24/07/2025
Según un estudio del CIAS y FUNDAR, el 40% de los jóvenes de barrios populares del AMBA cree que no tiene futuro, otro 40% ve muy difícil progresar y el 20% considera que sus chances son mínimas.
Un informe reciente advierte sobre un fenómeno alarmante: una creciente cantidad de jóvenes de barrios populares del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) ha dejado de creer en la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida. El estudio, titulado "La narrativa rota del ascenso social", elaborado por el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS), que dirige el padre Rodrigo Zarazaga, en conjunto con el think tank FUNDAR, muestra que el relato del progreso personal a través del esfuerzo se encuentra en crisis profunda.
De acuerdo con la encuesta, que abarcó a 600 jóvenes
de entre 16 y 24 años e incluyó 47 entrevistas en profundidad realizadas en
barrios del sur, oeste y norte del conurbano bonaerense y la Ciudad de Buenos
Aires, el 40% de los consultados afirma no tener esperanza alguna de salir de
la pobreza. Otro 20% considera que sus posibilidades son mínimas, mientras que
el 40% restante expresa dudas serias al respecto. En conjunto, el pesimismo
domina ampliamente el horizonte de expectativas.
La investigación también aborda las condiciones
estructurales que moldean esta percepción. En el 43% de los hogares
encuestados, la madre cumple el doble rol de cuidadora principal y sostén
económico, muchas veces en contextos de alta precariedad. Además, el 30% de los
jóvenes vive en hogares monoparentales y más de la mitad asegura que su entorno
familiar carece de herramientas básicas para acompañar el proceso de crianza.
La falta de contención familiar y el abandono escolar son consecuencias
frecuentes de esta realidad.
En el plano educativo, el contraste entre
aspiraciones y posibilidades es notorio. Si bien más del 90% expresa el deseo de
terminar la escuela secundaria y un 40% aspira incluso a acceder a la
universidad, el 57% de quienes tienen entre 19 y 24 años no logró completar los
estudios secundarios. La necesidad de trabajar desde edades tempranas (el 76%
lo hizo), sumada al consumo de drogas y la desconexión con la escuela, aparece
entre las principales causas del abandono.
La percepción negativa sobre el sistema educativo es consistente: el 56% de los jóvenes lo vincula con situaciones de violencia, el 55% señala la constante suspensión de clases como un obstáculo y el 34% admite faltar simplemente porque no tiene ganas de asistir. Incluso quienes logran continuar su formación enfrentan importantes barreras: una joven, hija de cartoneros, relató su frustración al no comprender los contenidos universitarios debido al bajo nivel con el que egresó del secundario.
El barrio, que debería funcionar como espacio de
integración, aparece en muchos casos como un entorno adverso. La violencia, la
presencia del narcotráfico y la falta de oportunidades laborales marcan el día
a día. El informe revela que el 50% de los jóvenes ha consumido drogas y que el
43% conoce personas del barrio que se dedican a la venta. En muchos casos,
aseguran haber sido abordados directamente por dealers que les ofrecen elegir
entre "plata o droga" como forma de pago.
Pese a este panorama, algunos espacios cumplen un
rol crucial de contención: iglesias, centros comunitarios y organizaciones
barriales son mencionados como lugares donde se sienten escuchados, acompañados
y donde encuentran recursos para proyectarse más allá del presente.
Uno de los hallazgos más preocupantes del informe es
el modo en que los jóvenes proyectan su futuro. En muchos casos, sus respuestas
están cargadas de lo que definen como "fantasías": sueños desvinculados de las
posibilidades reales de su contexto. La distancia entre lo que desean y lo que
creen posible es tan grande que muchos confían en que solo un milagro o un
golpe de suerte podría cambiar su destino.
"El drama es que, en estas condiciones, pensar que
todo depende de la suerte parece lo más razonable", concluye el estudio, reflejando
con crudeza una crisis de expectativas que atraviesa a buena parte de la
juventud en situación de pobreza estructural.
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