04/06/2025
Sin un techo ni respaldo estatal, las mujeres en situación de calle sobreviven entre múltiples violencias, abandono institucional y estigmatización. Aun así, se organizan, trabajan, cuidan y resisten.
"Circulamos el dinero entre nosotras y damos respuesta, porque el Estado ya no está", afirma Florencia Montes Páez, integrante del colectivo transfeminista No Tan Distintes, que desde hace más de una década acompaña a personas en situación de calle. En este momento crítico, el trabajo de las organizaciones sociales es esencial, más aún frente al accionar de referentes políticos como Ramiro Marra -ex candidato oficialista- que recorre las calles grabando a personas sin techo, las insulta y llama a la policía para que las detenga. Su mensaje no es nuevo: encarna una política de exclusión que busca "limpiar" la ciudad, despojándola de colchones, frazadas y presencia humana en las esquinas. Con el aval del nuevo gobierno nacional, esa práctica se vuelve más agresiva.
"Hoy la situación es letal", insiste Montes Páez.
Describe una combinación de factores que agravan la vida cotidiana de quienes
viven en la calle: consumo problemático, desarticulación de redes de
contención, violencia institucional y creciente hostilidad vecinal. "Antes las
compañeras podían sostener una mínima estructura que les evitaba caer del todo.
Eso ya no existe", lamenta mientras se prepara para una reunión con otras compañeras
de la organización, en la casa que alquilan con dificultades crecientes para
afrontar los gastos. La colecta solidaria en redes sociales es apenas un
paliativo frente a un contexto que exige cada vez más esfuerzo colectivo.
La reunión se hará en el Taller de Usos Múltiples
(TUM), espacio donde se puede descansar, compartir una comida, cargar la SUBE o
simplemente no estar en la calle. Allí confluyen quienes militan desde hace
años, como Daniela Camozzi, con jóvenes que lograron salir de la calle y ahora
forman parte de la organización. Todas saben que no hay margen para descansar:
"No hay Estado, y lo que hay es una narrativa anti derechos y anti comunidad",
señala Montes Páez. Los dispositivos estatales que antes permitían sostener un
mínimo acompañamiento -internaciones, hormonización, medicación para VIH,
asistencia de SEDRONAR- están hoy desmantelados o inactivos.
"Ya no hay articulación con instituciones, nosotras
asumimos directamente el rol del Estado", dice con cansancio. En lugar de derivar
casos de salud mental, ellas mismas deben acompañar los procesos. En vez de
trabajar en conjunto con servicios públicos, asumen una responsabilidad que
debería ser colectiva. La demanda aumentó y los paradores están colapsados.
La reacción de No Tan Distintes no es nueva, pero
ahora requiere otra intensidad: sostener el trabajo territorial con un enfoque
más radical. "Nuestra política es acompañar. No nos queda otra que profundizar
lo que ya hacíamos", afirma Camozzi. Esa forma de hacer política también se
expresa en su proyecto editorial, Abduciendo Ediciones, que el año pasado lanzó
el libro Acompañar es político.
El 1º de febrero participaron en la Marcha del Orgullo Antifascista y Antirracista como parte de la Columna Mostri. "Fue una respuesta colectiva a los discursos de odio, sabíamos que teníamos que estar ahí", explica Camozzi. Sin embargo, esa visibilidad no se traduce en mayor apoyo ni en recursos. "Es contradictorio, porque nos reafirma en nuestra autonomía, pero también nos aísla", analiza Montes Páez. "Cuando el Estado existe, te interpela. Hoy no hay nadie del otro lado".
Ante el escenario actual, No Tan Distintes se
prepara para lo peor. "Es una cuestión de oficio", dice Flor, "preferimos
organizarnos desde la certeza de que esto va para largo".
Una de las estrategias clave que se proponen es
volver a contar la calle desde los ojos de quienes la habitan. Por eso, la
próxima semana se sumarán a un relevamiento territorial en la Comuna 1, para
contrarrestar los datos oficiales sobre personas en situación de calle. El
último informe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires -de noviembre de 2024-
reconoce 4049 personas en esta situación, de las cuales 1236 viven directamente
en la calle. Desde las organizaciones aseguran que el número real es mucho mayor,
y que solo en la Comuna 1 -que incluye barrios como Retiro, San Telmo,
Constitución y Monserrat- hay más gente en situación de calle que la cifra
total reconocida para toda la ciudad.
El censo se organizó con discreción. La experiencia
de relevamientos anteriores mostró que el gobierno responde con operativos de
desalojo o promesas engañosas para esconder a la población callejera. Aun así,
ayer se realizó el relevamiento con la participación de numerosas
organizaciones sociales y políticas, incluyendo Abrigar Derechos, AMMAR - Casa
Roja, Isauro Arancibia, La Colectiva y Madres de Plaza de Mayo. La información
se centralizó en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, donde también se
entregaron bufandas a las personas encuestadas.
La jornada incluyó turnos rotativos para captar
distintas franjas horarias, y las encuestas abordaron temas como salud, trabajo
y violencia institucional. "No queríamos avisar públicamente, porque sabemos
que eso puede activar estrategias represivas del Estado para esconder la
pobreza", explican desde el centro de cómputos.
Mientras tanto, en el TUM se toma mate, se reparten
alimentos y se registran historias. Cada encuentro es una forma de resistencia,
de memoria activa, de acompañamiento político en un presente hostil. Porque,
como dicen desde No Tan Distintes, acompañar no es caridad: es una decisión
política frente al abandono sistemático.
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5 de junio de 2025
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