05/06/2025
En un contexto donde la presión estética y el sobrepeso preocupan a gran parte de la población, los medicamentos para adelgazar se presentan como soluciones rápidas. Pero, ¿qué tan eficaces y seguros son? Especialistas advierten sobre sus efectos secundarios, el riesgo del uso sin control médico y la confusión entre pérdida de peso real y resultados temporales.
La más reciente Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) dejó en evidencia una tendencia preocupante: la obesidad ya afecta a uno de cada cuatro argentinos, con un incremento de casi 11 puntos porcentuales desde 2005. Este crecimiento confirma que la problemática continúa profundizándose en el país.
Los datos recabados a nivel nacional ratifican la alta incidencia de condiciones como el sobrepeso, el tabaquismo, la diabetes y otras enfermedades crónicas no transmisibles, las cuales representan una amenaza creciente para la salud pública, tanto a nivel local como global.
En este escenario, y tras dos décadas sin novedades en materia farmacológica, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) dio luz verde en el último año a dos nuevos tratamientos indicados para la pérdida de peso: Liraglutida, una medicación inyectable para casos de obesidad y sobrepeso con comorbilidades, y más recientemente Naltreva, una combinación de compuestos destinada a combatir la obesidad de forma segura y efectiva.
Actualmente, los únicos medicamentos aprobados para el tratamiento prolongado de la obesidad en Argentina son Orlistat, Liraglutida y Naltreva. La médica nutricionista Mónica Katz (MN 60164) explicó que además existen otros fármacos autorizados para tratamientos de corta duración, con un límite de 12 semanas de uso.
En relación con las indicaciones, Katz detalló que los medicamentos están autorizados para personas con un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 27, siempre que padezcan afecciones asociadas como hipertensión, diabetes, hígado graso, apnea del sueño o artrosis. También pueden utilizarse en individuos con un IMC de 30 o más, que ya se considera obesidad. Todos estos tratamientos requieren receta médica y supervisión profesional.
Sobre Orlistat, Katz señaló que actúa inhibiendo las lipasas intestinales, lo que reduce en un 30% la absorción de las grasas ingeridas. Se administra por vía oral y anteriormente se comercializaba bajo el nombre Xenical, cuando la patente pertenecía al laboratorio Roche.
Liraglutida, por su parte, es un análogo del péptido GLP-1, una hormona intestinal que regula el apetito y favorece la saciedad tras las comidas. Originalmente empleada en el tratamiento de la diabetes en dosis más bajas, su uso actual en obesidad demuestra una reducción del apetito al actuar sobre receptores cerebrales clave para el control del hambre. Se administra una vez al día mediante inyección subcutánea y pertenece al laboratorio Novo Nordisk.
El tercer fármaco, Naltreva, es una formulación oral que combina Naltrexona y Bupropión. La primera se usa habitualmente en el tratamiento de adicciones como el alcoholismo, mientras que la segunda está indicada para dejar de fumar. En conjunto, estas sustancias actúan sobre la conducta alimentaria, ayudando a controlar los impulsos y episodios de ingesta compulsiva, especialmente relacionados con alimentos dulces y carbohidratos. Se toman cuatro comprimidos diarios en dosis crecientes.
Según Katz, la fortaleza de esta combinación radica en su acción sobre la compulsividad, lo que representa un avance importante en el enfoque terapéutico. Ambas drogas tienen una larga trayectoria en el mercado, y su sinergia podría marcar un antes y un después en el abordaje clínico de la obesidad.
La obesidad es una de las principales amenazas para la salud en el siglo XXI. En Argentina, como en muchos países, se asocia con dietas hipercalóricas ricas en grasas, y con una vida cada vez más sedentaria, resultado de la modernización del transporte, la urbanización y los cambios en los entornos laborales.
Frente a esto, Katz remarcó que ningún medicamento funciona de forma aislada. Todos deben ser parte de un enfoque integral que incluya actividad física (como caminar al menos 10 mil pasos diarios), alimentación equilibrada -sin caer en dietas extremas- y manejo del estrés y las emociones. Solo bajo estas condiciones se indica el tratamiento farmacológico adecuado, adaptado a cada paciente.
En cuanto a la efectividad, Katz destacó que Orlistat es el menos potente de los tres disponibles. "No existe ninguna pastilla ni inyección milagrosa", advirtió. Cada tratamiento debe ser evaluado en función de su seguridad y eficacia.
Por su parte, la médica especialista en obesidad Ana Cappelletti (MN 76.523) subrayó que la obesidad, como cualquier enfermedad crónica, necesita tratamiento a largo plazo. "Interrumpir un fármaco antiobesidad después de un breve período es como pensar en una dieta con fecha de vencimiento. Eso no es viable", señaló.
Además, advirtió sobre el riesgo de recuperar peso si alguno de los pilares del tratamiento -medicación, dieta o ejercicio- se abandona. La adherencia sostenida es clave para lograr resultados duraderos.
Sobre Naltreva en particular, Cappelletti aclaró que al tratarse de un psicotrópico, su uso debe ser cuidadosamente evaluado, especialmente en pacientes con hipertensión no controlada, patologías cardiovasculares, antecedentes psiquiátricos o problemas de adicción. En todos los casos, la indicación debe ser personalizada y ajustada a las características de cada persona.
Finalmente, expresó su deseo de que en el futuro haya más opciones terapéuticas disponibles, e incluso la posibilidad de combinar distintos tratamientos, como ya ocurre con otras enfermedades crónicas.
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