Pistolas Taser en Argentina: entre la compra y la falta de implementación

En Argentina, las pistolas Taser siguen generando debate, no solo por su uso, sino también por la falta de implementación efectiva a pesar de las compras realizadas. Aunque distintas administraciones han adquirido este tipo de armamento no letal con el objetivo de reforzar la seguridad y dotar a las fuerzas policiales de herramientas intermedias entre la persuasión verbal y el uso de armas de fuego, su incorporación real al accionar diario continúa siendo limitada.

Las Taser, diseñadas para inmovilizar temporalmente a una persona mediante una descarga eléctrica, fueron promovidas como una solución para reducir la letalidad en situaciones de riesgo. Sin embargo, su utilización ha estado rodeada de controversias políticas, resistencias judiciales, demoras administrativas y falta de capacitación específica.

A pesar de que varias jurisdicciones, incluida la Ciudad de Buenos Aires, anunciaron la compra de estas armas y comenzaron procesos de formación para su uso, en muchas ocasiones las Taser no llegaron a patrullas o estaciones de servicio efectivo. En parte, esto se debe a trabas burocráticas, falta de protocolos unificados y cuestionamientos sobre el respeto a los derechos humanos.

Mientras tanto, la demanda por parte de sectores de las fuerzas de seguridad y algunos funcionarios persiste, bajo el argumento de que las Taser permitirían neutralizar agresores sin poner en riesgo vidas, tanto de civiles como de policías. Por otro lado, organizaciones de derechos humanos y ciertos referentes políticos sostienen que su uso puede habilitar abusos y que no existen suficientes garantías sobre su aplicación en contextos apropiados.

La discusión sigue abierta y, por el momento, la distancia entre la compra de las armas y su uso real en las calles refleja una política de seguridad marcada por la falta de consenso y planificación concreta.