Literatura juvenil y salud mental: un fenómeno en crecimiento en Argentina

La salud mental ha dejado de ser un tema relegado al silencio para ocupar un lugar central en las conversaciones cotidianas, en el cine, las redes sociales y también, con creciente fuerza, en la literatura juvenil. Este fenómeno no solo se evidencia en los éxitos internacionales, como Heartstopper, sino también en una nueva camada de autoras argentinas que abordan, desde la experiencia y la sensibilidad, temáticas como la ansiedad, la depresión, el trauma o el bullying.

Entre ellas, Ludmila Ramis y Sol Chiara se destacan por construir relatos que no solo visibilizan los trastornos mentales, sino que los tratan con profundidad y respeto. Ambas coinciden en un mismo objetivo: ofrecer a los adolescentes una representación honesta de sus emociones, lejos de estereotipos o banalizaciones.

En entrevistas exclusivas con El Bonaerense, las autoras compartieron sus motivaciones y desafíos. Ramis, autora de Club de los paraguas rotos (2023), define la adolescencia como un período especialmente vulnerable: "Es esa etapa en la que ya se conocen las primeras dificultades del mundo, pero todavía no se cuenta con todas las herramientas para enfrentarlas". Su libro busca ser una compañía en ese tránsito.

Sol Chiara, por su parte, escribió Retratos de instantes perfectos impulsada por una vivencia personal. "Crecí siendo una adolescente con mucha ansiedad. Leer era mi escape, pero no encontraba personajes como yo. Si no lo encontraba en los libros, decidí escribirlo", explicó. Fue a través de su comunidad en bookstagram que descubrió cuántos lectores compartían esa necesidad de verse reflejados.

Tanto Ramis como Chiara reconocen que escribir para un público joven sobre temas delicados exige una responsabilidad particular. Ramis habló de la dificultad de encontrar un tono equilibrado entre quienes subestiman el sufrimiento adolescente y quienes lo magnifican. "Es complicado transmitir la importancia del problema sin que parezca exagerado ni insignificante", explicó.

Chiara también subrayó la importancia del lenguaje: encontrar palabras cercanas a los jóvenes sin perder rigor o respeto. Además, manifestó su rechazo a los recursos narrativos que simplifican la ansiedad a través del amor romántico. "Me cansé de ver protagonistas que se curan por enamorarse. El amor no es una solución mágica. Es acompañamiento, no cura", afirmó.

En sus historias, ambas escritoras construyen personajes complejos, que enfrentan sus emociones desde un enfoque realista. Evitan que los trastornos mentales se conviertan en definiciones identitarias. "Un problema de salud mental no es un rasgo de personalidad", remarcó Ramis. Chiara, en la misma línea, apuesta por mostrar procesos personales y terapéuticos, no soluciones inmediatas ni idealizadas.

La experiencia personal atraviesa profundamente sus obras. En el caso de Ramis, los libros fueron su refugio durante la adolescencia. Por eso, su narrativa se nutre de vivencias propias y ajenas: bullying, problemas familiares, trastornos alimenticios, abusos, duelos. Chiara encontró en la escritura un canal para procesar lo vivido durante la pandemia: "Llegué a tener ataques de pánico diarios. La ansiedad me afectó físicamente. Lo que le pasa a Lina, la protagonista, es en parte lo que me pasó a mí", relató.

Ambas autoras destacaron el vínculo que se genera con sus lectores, quienes no solo les escriben para compartir sus historias, sino que también se conectan entre ellos. Ramis describió cómo sus libros motivaron a jóvenes a abrirse: "Se forma una red de apoyo entre quienes se sienten identificados". Chiara, por su parte, relató encuentros en ferias del libro donde adolescentes le agradecieron por ayudarles a dar el primer paso para buscar ayuda profesional.

En un contexto donde la salud mental en la adolescencia sigue siendo una urgencia, la literatura juvenil emerge como un espacio clave para generar conciencia, derribar prejuicios y ofrecer contención. Historias como las de Ramis y Chiara no pretenden dar respuestas definitivas, pero sí abrir puertas a la conversación, la empatía y el acompañamiento. Porque, como coinciden ambas, a veces un libro puede ser el primer paso hacia el alivio.