11/06/2025
En un hogar de adultos mayores la sexualidad para una pareja de ancianos se convierte en el tema protagonista rompiendo tabúes y prejuicios. Los residentes encuentran en el sexo una fuente de vitalidad y conexión humana.
Delia tiene 74 años y es Licenciada en enfermería, aunque ya no ejerce su profesión desde hace muchos años. Vive en un hogar de adultos mayores en el partido de Ituzaingó. Se pasa todas las tardes entre libros de medicina y una caja donde guarda cartas de amor y algunos recuerdos de su adolescencia. "El geriátrico ya no es un lugar donde espero la muerte", reflexiona con seguridad, "Sino la puerta para vivir nuevas aventuras y sentir que estoy viva". Desde hace cuatro años Delia visita el pabellón de los hombres para compartir su tiempo con Eduardo, su pareja actual. Juntos despiertan su pasión cada día y disfrutan plenamente de su sexualidad.
En un hogar de adultos mayores, la sexualidad es el
eje central de una pareja de ancianos, desafiando los estigmas arraigados en la
sociedad. Con una complicidad que ha perdurado a lo largo de los años, logran
trascender las limitaciones impuestas por la norma patriarcal y el paso del
tiempo. Para los residentes, esta manera de vivir y percibir la vejez les
brinda una nueva perspectiva de su rutina, demostrando que el deseo y el placer
no conocen fronteras temporales y que el sexo sigue siendo una parte esencial
de la vida sin importar la edad.
La sexóloga Melanie Villordo menciona cómo los
signos de envejecimiento, tales como las arrugas y la pérdida de agilidad,
llevan a pensar erróneamente que un hombre o una mujer mayor son incapaces de
seducir y ser deseados. "El sexo en muchas ocasiones se asocia a la juventud y
a la belleza. Existe también la falsa creencia de que los ancianos sufren una
pérdida de interés hacia la sexualidad". En el mismo sentido agrega: "Cada uno es capaz de experimentar el
erotismo sin el prejuicio de una fecha de vencimiento. Los viejos también
quieren gozar sin seguir el modelo machista y religioso que les intentan
imponer".
Delia y Eduardo comparten la misma pasión por la
música y la danza. Se conocieron en un baile organizado por el hogar y fue allí
donde sus miradas se confundieron para siempre. "Nunca pensé que volvería a
enamorarme, pero aquí estoy, con un compañero que me busca, me toca y me
desea", dice mientras agarra las manos de Eduardo con ternura. "Nosotros
también garchamos", confiesa con una sonrisa pícara, mientras se sirve una taza
de té de canela.
"Delia y yo nos hemos dado una segunda oportunidad
para amarnos. Juntos descubrimos que el deseo no tiene fecha de vencimiento y
que cada día es una aventura maravillosa", afirma Eduardo que perdió a su
esposa Estela Inés en el año 2020 en plena pandemia de Covid-19. "Mis recuerdos
no se han desvanecido con los años, al contrario, han madurado en esta nueva
oportunidad que me da la vida", reflexiona sobre su actual pareja. Sus hijos,
Marcelo de 40 años, Alejandra de 38 y Luis de 30 los visitan religiosamente
todos los domingos y celebran esta historia de amor y pasión compartiendo una
merienda, entre risas, abrazos y miradas cómplices.
Según la definición de la Organización Mundial de la
Salud (OMS), la sexualidad en la vejez engloba diversos aspectos, como el sexo,
las identidades de género, los roles de género, la orientación sexual, el
erotismo, el placer. "Es fundamental reconocer y valorar la intimidad en la
ancianidad como un aspecto vital para el bienestar y la calidad de vida.
Debemos fomentar un enfoque integral y sin prejuicios, brindando el apoyo
necesario para que puedan disfrutar plenamente de su erotismo", aporta
Villordo.
En la residencia los ancianos están divididos por género en diferentes pabellones. La institución prohíbe los encuentros íntimos dentro de las habitaciones. No obstante se ha habilitado una cabaña en el predio, donde las parejas pueden tener mayor privacidad, como dormir juntos, pasar la noche o celebrar aniversarios, cumpleaños, etc. "Este espacio representa un avance significativo en la promoción de la intimidad y la sexualidad en la tercera edad. Reconociendo que el deseo y la necesidad de conexión emocional y física no desaparecen con el envejecimiento", comenta la directora médica del hogar Carolina Tobarda.
Delia y Eduardo se animan a esta nueva experiencia
que los estimula a estar siempre cerca, a este despertar de la pasión. Se
cuidan, se provocan, se cuentan sus historias y experiencias. Pero también
descubren que el amor y la intimidad no es algo exclusivo de los jóvenes. Con
el apoyo de los cuidadores y el personal de enfermería encuentran momentos
íntimos en la cabaña y en los paseos por el jardín. Cenas románticas y conversaciones tardías en la galería. Cada
día descubren que la pasión se transfigura en sus cuerpos, cargados de libido y
deseo.
Una
tarde de terapia en el hogar
En el salón comunitario decorado con tonos cálidos y
fotografías de tiempos pasados, un círculo de hombres y mujeres con arrugas y
sonrisas radiantes se reúnen con anticipación. La terapeuta Alicia Miguez es
una defensora apasionada de la sexualidad en los adultos mayores. Toma la
palabra y les da la bienvenida a este espacio seguro donde pueden hablar
libremente y dejar que sus emociones fluyan. Su voz tiene un don especial, los
invita al universo de sus recuerdos, de sus fantasías y de aquellas imágenes guardadas
en sus retinas.
"Una vida sexual activa no solo brinda gratificación
y plenitud personal, sino que también ejerce una influencia poderosa en la
salud y la calidad de vida. A través del respeto mutuo, la comunicación sincera
y el entendimiento compasivo, los adultos mayores pueden cultivar conexiones
íntimas profundamente significativas, promoviendo la sensación de pertenencia y
fortaleciendo la salud emocional", dice la doctora Alicia.
"Es común que
muchas mujeres crean equivocadamente que después de la finalización de su
función reproductiva, también desaparece su función sexual. Sin embargo, la
sexualidad continúa sin experimentar muchos cambios. A pesar de estas
alteraciones hormonales que ocurren durante la etapa de la postmenopausia, la
respuesta sexual física a la estimulación se mantiene. Gran parte de la
responsabilidad de esta percepción errónea recae en ciertos hábitos culturales
y sociales", agrega Miguez.
Delia y Eduardo están sentados en la quinta fila,
están tomados de las manos y escuchan atentamente las palabras de la doctora
Alicia. "Con el paso de los años, el cuerpo se transforma y cambia. Arrugas,
canas y achaques se convierten en compañeros de viaje. Estas transformaciones
no significan el fin de la intimidad, sino más bien un renacer. Ustedes han
descubierto que la sabiduría adquirida a lo largo de los años les permite
disfrutar de una sexualidad plena y enriquecedora, libre de las inseguridades y
limitaciones que una vez los atormentaron", amplía la terapeuta Alicia.
A lo largo de la charla, los residentes compartieron
sus historias de los primeros noviazgos y recordaron diferentes romances y
aventuras amorosas. Pero no solo se trata de nostalgias. La conversación se
adentra en el presente también, explorando los desafíos y cambios que el
envejecimiento puede traer a la intimidad. La doctora Miguez, con su enfoque
abierto y sensible, responde a preguntas y mitos con paciencia y conocimiento y
afirma: "La capacidad de amar es importante, no hay que pensarla en segundo
plano a ninguna edad".
Antes
de la sexualidad solo existía la culpa y la carne
En la charla también se suma el sociólogo e
historiador Jorge Acosta y habla de cómo el envejecimiento ha ido cambiando
según el paradigma del momento y se fusiona de acuerdo con las variables
culturales, sociopolíticas, económicas, biológicas y psicológicas. "Envejecer
no ha recibido la misma consideración a lo largo de nuestra historia. Cada
época ha marcado un antes y un después en la forma de asumir el envejecimiento
y la sexualidad". Y agrega: "En nuestra sociedad occidental se han
producido grandes transformaciones y la percepción
sobre el envejecimiento ha variado según cada época. Durante siglos las
enseñanzas religiosas han intervenido en la forma de vincularnos con los demás,
convirtiendo a la sexualidad en un terreno pantanoso, donde la culpa y el
pecado eran parte de una ideología que censuraba toda expresión de placer".
Delia anota cada frase del profesional en su agenda de cuerina roja, un regalo
de Eduardo cuando cumplieron dos años de relación.
Según explica el sociólogo Acosta, en aquel
entonces, la sociedad se regía por una moral restrictiva que limitaba la forma
en que las personas podían vivir su sexualidad plenamente, fomentando así una
cultura del silencio en torno al tema y alimentando una mentalidad que
rechazaba cualquier manifestación de la sexualidad humana que no se ajustara a
los cánones impuestos por la tradición.
"En aquel contexto, las palabras "placer" y "coger"
eran consideradas tabú y estaban completamente prohibidas para los ancianos y
ancianas. Esta censura lingüística ejemplificaba la rigidez moral impuesta por
la época, lo cual generaba un ambiente de represión y repudio hacia la libertad
de expresión y el disfrute de la sexualidad", aporta Acosta.
La sala estalla en risas cuando Delia, emocionada
por las palabras del sociólogo, exclama en voz alta: "¡Entonces ahora vamos a
poder coger sin culpa!". La gente se divierte con su espontaneidad, y el propio
Jorge, contagiado por la alegría del momento se ríe junto con ellos.
-¡Por
fortuna sí!, dice Jorge.
El
amor en tiempos del PAMI
La tarde se viste de un frío gris oscuro que tiñe el
cielo. Apenas un rayo de sol se posa fugazmente sobre su cabello blanco. Delia
camina por el jardín del hogar y lleva consigo el equipo de mate preparado,
unas masitas secas y el libro "El amor en tiempos del PAMI" que está a punto de
terminar. Hace un mes, Delia descubrió a Rosa Rodríguez Cantero, una poeta
contemporánea que ha escrito cuatro libros: "Pólvora en chimangos", "El amor en
tiempos del PAMI", "Rosa en verde" y "Lo senil no quita lo caliente". En su
perfil de Instagram, Rosa se autodenomina como una payadora sexual, escritora y
vieja verde. A los 60 años comenzó a participar en talleres de poesía y decidió
hacer realidad su sueño de convertirse en poetisa.
Rosa Rodríguez Cantero es integrante de Poetas por
el Derecho al Aborto Legal y el Colectivo de Poetas por la Memoria, Verdad y
Justicia. "Los viejos no cogen, los viejos no pueden, eso ya fue. Esta es una
sociedad llena de prejuicios. Lo que tenemos que hacer es romper con esos
prejuicios. Creo que todo eso trato de hacerlo en mis textos y en mis poemas".
Explica la escritora y siguiendo con la misma línea agrega: " Las personas de
mi generación rechazan la sexualidad y sienten que ya han cumplido con lo que
debían o simplemente asocian el erotismo únicamente con aspectos fálicos y el
vigor de la juventud. Como si nosotros, las personas mayores, no tuviéramos
deseos y anhelos como todos los demás".
"Me topé con la poesía de Rosa casi por casualidad.
Hace un mes mi hija Verónica me regaló sus libros, y desde entonces me he
convertido en su fan número uno", comenta Delia mientras sus ojos recorren las
páginas del libro. "Sus poemas tienen esa maravillosa combinación entre lo
erótico y el humor de la vejez. Ha sido un descubrimiento inesperado que ha
abierto mi mente y sembró en mí una nueva forma de ver la vida y mis
relaciones", comenta Delia.
-Es cierto que con los años, las cosas se hacen más
lentas, pero si alguien me calienta al Kamasutra recurro y entre besos y
susurros la libido se fermenta, recita Delia, fragmento del libro "El amor en
tiempos del Pami".
Hasta
el último de sus recuerdos
Delia siempre fue una mujer amable y entregada al
servicio. Dedicó gran parte de su vida a cuidar a los demás como enfermera en
el Hospital Posadas. Desde joven siempre supo que su vocación estaba en el
cuidado y el bienestar de las demás personas. A los 17 años conoció a Samuel su
único novio y el hombre con quien había perdido la virginidad. A los 18
años Samuel pidió la mano de Delia a sus
padres, como era la costumbre en aquellos días. Se casaron en la Basílica de
Luján, y según pregona el derecho canónico, se juraron amor hasta que la muerte
los separe. Su matrimonio fue sólido, sin embargo a medida que pasaron los años
Samuel comenzó a mostrar signos de olvido y confusión. Tras varios exámenes
médicos llegó el diagnóstico.
"Aquella tarde me duché y me cambié de ropa. Estaba
muy nerviosa porque nos esperaba el médico para darnos el resultado de los
estudios de Samuel. Prepare el bolso con mis papeles, tres atados de
cigarrillos, unas pastillas de menta, un encendedor de azul marino, una libreta
con los números telefónicos de mis hijos, un lápiz negro, una estampita de
Santa Rita, un frasco de perfume de lavanda, un jabón de avena y los documentos
que siempre llevo conmigo", recuerda Delia.
-Señora, su
marido padece una enfermedad que se denomina Alzheimer. Es progresiva y los
síntomas empeoran gradualmente con el paso de los años. Es posible que empiece
a olvidar las cosas muy pronto, dice Jorge Mandarano, médico de la Clínica
Modelo de Morón.
-Sí doctor, entiendo que nos queda poco tiempo para
estar juntos y amarnos hasta que Samuel pierda el último de sus recuerdos, le
contestó Delia.
La vida de Delia cambió radicalmente a medida que se
convirtió en la principal cuidadora de su marido. La enfermedad de su esposo
fue progresando lentamente tal cual lo explicó el doctor, llevándose los
recuerdos compartidos y dejando a Delia con la tarea de enfrentar una situación
totalmente desconocida para ella. La carga emocional y física de cuidar a
Samuel hizo que se olvidara de sí misma, postergando sus propias
necesidades y deseos. Jamás podría olvidar las
palabras del cura "hasta que la muerte los separe".
A los 60 años, Delia quedó viuda tras el
fallecimiento de Samuel. Si bien el dolor del duelo fue abrumador, también
sintió cierto alivio al saber que su esposo ya no sufría. Sin embargo, se
sentía sola y perdida. "Decidí tomarme un tiempo para mí misma, me dediqué a
reflexionar sobre mis propios sueños postergados. Antes de casarme yo era una
joven un poco idealista, con mucha curiosidad por la vida, por la aventura,
pero mi educación católica y conservadora me había limitado en muchos aspectos,
incluyendo la exploración de mi propia sexualidad. Abracé mi libertad y decidí explorar la vida con una mentalidad
más abierta y despojada de prejuicios. Acepté que mi propia sexualidad también
merecía ser comprendida y vivida sin temores ni limitaciones impuestas", dice
Delia mientras sacude el mate.
A través de sus lecturas, Delia descubrió una nueva
perspectiva sobre la sexualidad en etapas avanzadas de la vida, rompiendo con
los estigmas de su pasado. En los seminarios, encontró un espacio seguro y
acogedor para compartir sus experiencias y dudas, así como para recibir el
apoyo y la comprensión de quienes también anhelaban una vida sexual
satisfactoria en la madurez. A medida que se adentraba en ese territorio, comprendió
que aún podía experimentar el amor y la intimidad en formas diferentes a las
que había conocido con Samuel. Se permitió disfrutar del sexo de manera
auténtica y encontró una renovada sensación de empoderamiento y plenitud al
permitirse un despertar de su pasión.
Pablo Melicchio es psicólogo recibido en la
Universidad de Buenos Aires. Dicta seminarios sobre la sexualidad del adulto
mayor. Mitos, prejuicios y realidades. El mismo tiene por finalidad examinar
que la sexualidad es y ha sido una de las áreas del comportamiento humano más
desconocidas y en la que aún prima muchas veces la anécdota y el mito. "Los
modelos hegemónicos de cuerpos son todos blancos, delgados y jóvenes. La
sexualidad está ligada a esos cuerpos. Creo que hay un punto central en la idea
que se tiene sobre la ancianidad. La vejez está asociada al "no deseo" y está
signada por la renuncia total del sexo. Es fundamental tener en cuenta estos
aspectos en todas las etapas de la vida, desechando estereotipos y
permitiéndonos disfrutar de la sexualidad de manera libre, respetuosa y
placentera. Cada individuo tiene su propio ritmo y forma de experimentar el
placer y la conexión íntima y ??es esencial respetar y valorar esa diversidad",
explica Melicchio.
Delia y Eduardo preparan la merienda con dedicación.
La tarde se tiñe de calidez mientras los aromas de las masitas y el té de
canela llenan el aire. Las manos de ambos se entrelazan con naturalidad,
mostrando la complicidad y conexión que han desarrollado desde aquel
inolvidable baile en el hogar. El sol se filtra suavemente por las ventanas de
la sala comunitaria, creando un ambiente íntimo y reconfortante. Delia y
Eduardo sonrientes, se sientan frente a frente, mirándose a los ojos con deseo.
En silencio, disfrutan de la compañía del otro y el placer de compartir ese
momento tan especial.
En un gesto cariñoso, Eduardo toma una masita y la
acerca a los labios de Delia. Ella acepta gustosa y con un mimo, roba un
pequeño beso antes de saborear la masita.
Juntos disfrutan de estos pequeños momentos, dejándose llevar por la
intensidad de sus deseos y fortaleciendo su vínculo cada día. "Nuestra relación
es un cálido refugio donde ambos encontramos compañía y felicidad y donde el
tiempo parece nunca detenerse mientras estamos juntos", dice Eduardo.
Según un informe publicado en 2022 por el New
England Journal of Medicine (NEJOM) reveló que el 73% de los adultos (de 53 a
75 años) habían tenido una sexualidad activa en el último año, bajando a un 26%
en aquellos de 75 a 85 años. Quienes gozaban de un buen estado de salud tenían
casi el doble de probabilidades de mantener su actividad sexual.
El
amor no dura lo que dura dura
Eduardo tenía 52 años cuando su urólogo le
prescribió viagra. Él relata: "Mi problema era psicológico y clínico. El
recuerdo de mi esposa fallecida y mi propia inseguridad sobre mi cuerpo, me
impedía tener relaciones sexuales con Delia y desde entonces estaba más
preocupado por mi respuesta que por relajarme y disfrutar. Los comprimidos
azules me brindaron confianza y se han convertido en mis aliados inseparables".
Por otro lado, Eduardo, sufre de diabetes tipo 1, lo que dificulta mantener
relaciones con su pareja Delia. "El Viagra me ayudó, y ahora solo lo consumo
ocasionalmente y con controles médicos. En cuanto a la diabetes al principio
fue un problema, pero lo charlamos con Delia y encontramos nuevas formas para
tener relacione. Ahora ya sabemos que el amor no dura lo que dura dura", relata
Eduardo.
En este sentido el psicólogo y sexólogo Adrián Rosa
destaca que la mayoría de los hombres (1 de cada 7) reportaron el uso de
citrato de sildenafil o viagra. Mientras que un 43% de mujeres refirió tener
disminución del deseo sexual y un 39% sequedad vaginal. "Con el tiempo los
pacientes necesitan menos dosis ya que estos fármacos permiten una mejor
oxigenación de los vasos cavernosos. Lo que a la larga es incluso beneficioso.
Es verdad que la ciencia benefició más a los varones. Dan cuenta de esto el
citrato de sildenafil y sus derivados para los problemas en la erección y desde
hace unos años la dapoxetina para la
eyaculación precoz. La ciencia avanza para lograr una molécula que ayude a las
mujeres, como la droga ospemifeno que fue aprobada en 2013 en Estados Unidos y
ayuda a regenerar las células y restaurar de forma natural la humedad de la
vagina".
Delia saca de su bolsa algo que ha estado anotando
en estos días. Se coloca sus lentes de lectura y comienza a leer en voz alta:
"Para nosotros, aquellos que hemos alcanzado la vejez, para quienes hemos
conocido el amor y la vida y preferimos la palabra "viejo" o "vieja" en lugar
de "adultos mayores" o "personas de la tercera edad'. Deseamos disfrutar lo que
nos quede de vida, dar y recibir amor. Queremos coger hasta las últimas
consecuencias".
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12 de junio de 2025
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