12/06/2025
Según la Organización Mundial de la Salud, el tabaquismo causa más de 8 millones de muertes al año en todo el mundo, ya sea por consumo directo o por la exposición al humo ajeno. Qué estrategias existen para dejar de fumar y por qué es importante intentarlo.
Muchas personas se inician en el consumo de tabaco durante la adolescencia, una etapa particularmente vulnerable a la influencia del entorno. Tener amigos o familiares fumadores incrementa notablemente la probabilidad de comenzar a fumar. A menudo, los adolescentes lo hacen por curiosidad, presión social o porque asocian el cigarrillo con una imagen de rebeldía o sofisticación.
La publicidad de la industria tabacalera también ha
sido una herramienta poderosa para fomentar el inicio en el tabaquismo. A
través de campañas masivas, promociones y presencia constante en medios, el
tabaco se ha presentado como un producto glamoroso y sin riesgos. Las
películas, las series, los videojuegos y las redes sociales contribuyen aún más
a normalizar el acto de fumar, especialmente entre los jóvenes.
En los últimos años, los cigarrillos electrónicos y
otros dispositivos de vapeo han captado la atención de una nueva generación.
Muchos los perciben como menos dañinos o más "modernos", sin advertir que estos
productos también contienen nicotina y pueden desencadenar una adicción
temprana. Para muchos, el vapeo es el primer paso hacia el consumo de tabaco
tradicional.
Cualquier persona que empieza a consumir tabaco
puede desarrollar dependencia, pero los estudios han demostrado que quienes
comienzan a fumar en la adolescencia tienen más probabilidades de convertirse
en fumadores habituales. Según datos del informe del Director General de Salud
Pública de Estados Unidos, casi 9 de cada 10 fumadores adultos comenzaron antes
de los 18 años. De cada tres jóvenes fumadores, solo uno logrará dejar el
hábito. Los otros dos enfrentarán consecuencias de salud que pueden ser
fatales.
El tabaco es altamente adictivo por su contenido de
nicotina, una droga que afecta directamente el sistema nervioso central.
Inhalada, llega al cerebro en segundos, provocando una liberación de dopamina
que genera una sensación placentera. Esa respuesta química hace que el usuario
quiera repetir la experiencia, y con el tiempo, su cuerpo se adapta, exigiendo
más dosis para lograr el mismo efecto: es lo que se conoce como tolerancia.
Este mecanismo de acción es lo que convierte a la
nicotina en una sustancia tan adictiva como la heroína o la cocaína. Aunque el
fumador no experimente de inmediato síntomas graves de abstinencia, aparece una
incomodidad creciente que lo lleva a fumar otra vez, entrando así en un ciclo
difícil de romper.
A medida que avanza la dependencia, los síntomas de abstinencia se intensifican si se deja de consumir: irritabilidad, ansiedad, dolores de cabeza, trastornos del sueño y aumento del apetito, entre otros. Incluso sabiendo que el cigarrillo daña la salud y reduce la calidad de vida, muchas personas continúan fumando por su fuerte adicción física y emocional.
Dejar de fumar puede ser más difícil que abandonar
otras drogas. Un estudio de 2012 encontró que solo el 8% de los fumadores logró
dejar el tabaco, comparado con tasas de abandono más altas para el alcohol, la
cocaína o los opiáceos. Esto demuestra que la dependencia a la nicotina no solo
es fisiológica, sino también conductual y emocional.
Los efectos de la nicotina no se limitan a los
cigarrillos tradicionales. Cigarros, tabaco de mascar, rapé y productos que no
requieren combustión (como los cigarrillos electrónicos o los productos
solubles) también contienen nicotina y pueden provocar dependencia. En todos
los casos, la cantidad absorbida varía según el tipo de producto, la marca, la
forma de uso y factores individuales como el tiempo de exposición y la
frecuencia de consumo.
El abandono del tabaco puede provocar una serie de
síntomas físicos y emocionales, pero ninguno representa un peligro real para la
salud. Aunque los primeros días suelen ser los más difíciles, estos efectos
disminuyen con el tiempo. El cuerpo y el cerebro, con apoyo adecuado, pueden adaptarse
a la ausencia de nicotina y recuperarse gradualmente.
El deseo de dejar de fumar está presente en la
mayoría de los fumadores. Sin embargo, la adicción, combinada con los vínculos
emocionales y sociales que se forman alrededor del acto de fumar, convierte al
abandono del tabaco en un desafío complejo, aunque no imposible. Con apoyo,
información y herramientas adecuadas, es posible romper el ciclo y recuperar el
control sobre la salud.
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