13/06/2025
En todo el mundo, el uso del celular mientras se maneja explica la mayor proporción de fallecimientos en accidentes viales. Esta conducta, cada vez más frecuente, genera distracciones críticas que multiplican el riesgo de colisiones fatales, incluso más que otras prácticas históricamente peligrosas como conducir bajo efectos del alcohol.
En Argentina, se renueva el llamado a reflexionar sobre la seguridad vial y a asumir un compromiso activo con una movilidad más segura y sostenible. Los riesgos cotidianos en calles y rutas, y sobre el poder que cada persona tiene para prevenir tragedias.
Según cifras de la
Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), en 2023 se registraron 4.369
víctimas fatales en 3.642 siniestros viales en todo el país, lo que equivale a
un promedio de 12 muertes por día. A su vez, el informe preliminar de 2024
elaborado por la Dirección de Estadística Vial de la Secretaría de Transporte
de la Nación indica que ya se contabilizaron 2.343 siniestros fatales, con un
total de 3.894 fallecidos.
Uno de los factores más
frecuentes detrás de estos episodios es la distracción al volante, y dentro de
esa categoría, el uso del celular ocupa el primer lugar. Basta con mirar una
pantalla durante tres segundos a 60 km/h para recorrer más de 50 metros a
ciegas. Leer un mensaje, ajustar el GPS o girarse a hablar con los pasajeros
del asiento trasero puede parecer inofensivo, pero esos gestos comprometen
seriamente la capacidad de respuesta ante cualquier imprevisto.
Conducir implica mucho
más que trasladarse de un punto a otro: es, en esencia, una sucesión constante
de elecciones. Respetar límites de velocidad, mantener la distancia adecuada,
ceder el paso, usar correctamente las luces, evitar el consumo de alcohol o
cualquier sustancia que altere los reflejos, son decisiones que, en conjunto,
salvan vidas. También lo es cuidar a quienes comparten el camino: peatones,
ciclistas, motociclistas y quienes esperan al otro lado del viaje.
Pero la responsabilidad
no recae solo en quien maneja. La seguridad vial se construye colectivamente.
Peatones y ciclistas también toman decisiones que pueden marcar la diferencia:
cruzar por la senda peatonal, respetar los semáforos, mirar en ambos sentidos,
usar casco y elementos reflectivos durante la noche son formas concretas de
cuidarse y cuidar.
El compromiso es aún mayor cuando hay menores a bordo. Ningún trayecto es tan breve como para prescindir de una sillita infantil, ni tan urgente como para olvidar el cinturón de seguridad. Los niños deben viajar siempre en el asiento trasero, sujetos con sistemas de retención acordes a su edad, peso y altura. Estos dispositivos, a menudo subestimados, están diseñados para proteger ante cualquier frenada brusca o impacto.
"En el tránsito, cada
decisión cuenta", afirma Ailín Catalá, especialista en comunicación en salud y
jefa de comunicación institucional de OSPEDYC. "En un contexto donde los
siniestros viales siguen siendo una de las principales causas de lesiones y
muertes evitables, reflexionar sobre el autocuidado se vuelve urgente. No se
trata solo de cumplir normas: se trata de reconocer que cada persona tiene en
sus manos herramientas concretas para proteger su vida y la de los demás. Sin
embargo, basta con mirar a nuestro alrededor para entender cuánto cuesta,
todavía, asumir ese rol".
Catalá también recordó
que en muchas rutas argentinas las estrellas amarillas pintadas sobre el
asfalto son recordatorios silenciosos de vidas que se apagaron de forma
repentina. "Cada una representa una historia interrumpida, una familia
atravesada por el dolor, un entorno que ya no vuelve a ser el mismo. Y no hace
falta que un accidente sea fatal para cambiarlo todo: las secuelas físicas, las
discapacidades, el trauma emocional... afectan no solo a la víctima directa, sino
también a su entorno y a un sistema de salud que muchas veces no logra absorber
la demanda de atención y rehabilitación que generan".
"Prevenir no es solo
evitar muertes -concluyó-. Es elegir el autocuidado como una forma de
protegerse y de proteger, para reducir el sufrimiento evitable, preservar la
salud física y emocional, y construir una convivencia más segura. Ese
autocuidado se pone en práctica con cada pequeña acción que tomamos al
movernos: prestar atención, respetar normas, actuar con responsabilidad. Es ahí
donde, de verdad, podemos marcar la diferencia".
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