La División del Peronismo: Crisis y tensiones en su estructura

En un encuentro realizado en la sede porteña de la calle Matheu, dirigentes peronistas comenzaron a delinear la estrategia para conformar un nuevo frente electoral de cara a las elecciones de septiembre y octubre. Aunque el espacio se presentó como una instancia de articulación de agrupaciones vinculadas al peronismo, la ausencia del gobernador bonaerense Axel Kicillof marcó la tónica política de la jornada. Si bien se argumentó que no se trataba de una convocatoria personal, sino sectorial, la omisión dejó entrever tensiones persistentes dentro del oficialismo.

La representación de Kicillof quedó en manos del intendente Mario Secco (Ensenada), en lo que fue interpretado como un gesto protocolar más que político. El gobernador mantiene una relación tirante con el núcleo duro del kirchnerismo, en especial con Cristina Fernández de Kirchner y su hijo, Máximo, a quienes fuentes cercanas describen como distantes o incluso reacios a respaldarlo en esta etapa. A pesar de que Kicillof fue promovido en su momento por ese mismo sector, hoy es percibido como un actor incómodo para la dinámica interna del espacio.

Las diferencias, sin embargo, no se limitan a ese vínculo. La presencia de referentes históricos y nuevos actores del PJ reveló otro malestar: la incomodidad de varios sectores con La Cámpora, su estilo de conducción y su rol en el desgaste electoral reciente. La agrupación, que en su momento monopolizó áreas de poder tanto en Nación como en la Provincia, enfrenta cuestionamientos por falta de renovación, escasa apertura y decisiones poco consensuadas.

Uno de los puntos más elocuentes fue la frialdad general ante el planteo de impulsar un documento en favor de la "libertad para Cristina", aludiendo a la situación judicial de la expresidenta. Si bien la consigna fue enunciada como prioritaria por parte de sus leales, el entusiasmo fue escaso y varios de los asistentes evitaron incluso firmar el petitorio. Guillermo Moreno, quien lideró una de las intervenciones más comentadas, se limitó a cuestionar la política económica del gobierno nacional sin profundizar en la situación judicial de la exmandataria.

El trasfondo de estos desacuerdos también responde a un fenómeno más amplio: la fractura entre el peronismo del interior del país y el peronismo bonaerense. Gobernadores e intendentes fuera del Área Metropolitana, incluso aquellos con vínculos correctos con la administración nacional, manifiestan diferencias tanto de formas como de prioridades respecto al núcleo conformado por Cristina, Máximo, Massa y Kicillof. Esta división interna complejiza la articulación de un frente verdaderamente competitivo.

En este clima de sospechas y estrategias cruzadas, Sergio Massa vuelve a ocupar un lugar clave como interlocutor entre sectores. Con vínculos activos tanto con Kicillof como con Cristina, el excandidato presidencial se presenta como un eventual mediador, aunque sin garantías de éxito. Cercanos al exministro afirman que, de fracasar en unificar al espacio, podrá al menos alegar haber intentado todas las vías disponibles. En paralelo, Massa recibe asesoramiento de una consultora española, cuya recomendación más reciente apunta a la necesidad de construir un nuevo liderazgo o, en su defecto, abrir paso a un outsider si el peronismo pretende sobrevivir como fuerza competitiva en 2027.

Aunque las declaraciones públicas insisten en la unidad y en la necesidad de enfrentar las elecciones en una lista común, el clima dentro del PJ evidencia un deterioro estructural más profundo. La palabra "peronismo" sigue funcionando como paraguas electoral, pero sus contenidos y liderazgos están en disputa. La incógnita es si esa convivencia forzada podrá sostenerse durante el proceso electoral o si las tensiones terminarán por erosionar lo poco que queda del frente común.