27/05/2025
Podemos comparar nuestra sociedad actual con la alegoría de la caverna de Platón. Solo se ven las imágenes proyectadas en nuestros dispositivos electrónicos. Son los escenarios que maquinan los medios de comunicación, y nos negamos a intentar deshacernos de nuestros grilletes, atados a la decodificación de los hechos.
Estar dentro de la caverna es sinónimo de confort, ya que se acepta ese conocimiento dado y es fácil acomodarse en ellos. Asimismo, salir de ella implica esfuerzo, deconstruir el conocimiento previo y comenzar a cuestionar todo, incluso aquello que se ve y se muestra como la verdad absoluta.
Es terrorífica la
idea de aceptar que no se sabe nada en realidad, pero desde luego es una salida
más valiente el hecho de negarse a las sombras y ver la luz del sol, que
permanecer un día más en la oscuridad. Los medios son en esencia esa caverna
audiovisual que transforma la realidad según disponga la coyuntura. El
periodista y escritor Michael Medved, nos dice: "el verdadero poder de los
medios masivos, radica en la capacidad de redefinir la normalidad."
La causa de Lucía
Pérez, no es solo una sentencia escrita en un papel, es la víctima de una
sociedad impregnada por un patriarcado mediático que aún sigue justificado la
violencia de género, una sociedad que reproduce un modus operandi de asesinatos
contra la mujer. Lucía es otra vida que se apaga para siempre, es el grito de
lucha de Ni Una Menos y un pedido de justica eterna. El caso se convirtió
rápidamente en un titular, en una primicia que debía ser contada porque así lo
marcaba la agenda, pero después de un tiempo, esa misma justicia que al
principio parecía desgarrarse las vestiduras frente a hechos de violencia y
tortura, guardo el expediente en una enorme estantería llena de polvo y
promesas.
Es claro que el
segundo juicio tuvo muy poca cobertura mediática. Y en muchos casos se intenta
desviar el verdadero foco de la noticia, empañando lo sucedido con la única
intención de cambiar una idea, una forma de pensar. Los autores Berger y
Luckmann, afirman que existe una construcción social de la realidad y esta
estructura va tejiendo un contexto que cambia todo el tiempo. Es sabido que el
mensaje que se transmite desde los medios masivos excede las circunstancias de
los hechos. Un ejemplo claro de esta situación es la campaña que se hizo viral
por la demanda de justicia por Lucio Dupuy; donde florecieron nuevamente los
discursos de odio de diferentes sectores de la sociedad.
Sol Minoldo se
doctoró en Ciencias Sociales en la UBA y actualmente trabaja como investigadora
de Conicet en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad,
sus palabras pueden ayudar a entender esta situación: "Que las asesinas sean
lesbianas no tiene nada que ver. Tenemos que desterrar esa idea porque alimenta
una violencia a nivel social, promueve estigmas que sufren muchísimas
personas". Es evidente que se hace hincapié en la vida privada de la víctima.
La sentencia del
Tribunal Oral en lo Criminal n° 2 de Mar del Plata, integrado en esta
oportunidad por los Dres. Alexis Leonel Simaz, Gustavo Raúl Fissore y quien esto
suscribe, que cuenta con 246 páginas de desarrollo teórico y valoración
probatoria, arribó en lo fundamental a la conclusión -por unanimidad- de que
Lucía Pérez Montero fue abusada sexualmente con acceso carnal. Dicho Tribunal
condenó a Matías Gabriel Farías de 29 años a la pena de prisión perpetua al
considerarlo autor del delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por el
suministro de estupefacientes en concurso real con femicidio. En tanto, el otro
culpable, Juan Pablo Offidani de 48 años, recibió la pena única de 15 años de
prisión como partícipe secundario en el ataque ocurrido el 8 octubre de 2016.
Las resistencias frente al hecho espantoso del que fue víctima Lucía Pérez, con sus 16 años, nos muestran una escena llena de cuerpos femeninos muertos violentamente donde aparece ese virus misógino que oculta una verdad irrefutable, no todos los femicidios lograron atención mediática ¿Por qué?. La verdad es que la cobertura que necesitan los casos de feminicidios implica un delicado trabajo por parte de los medios de comunicación, ya que esta problemática puede derivar en un tratamiento sexista e irresponsable para con las víctimas, en conjunto con representaciones negativas de la imagen de la afectada.
Cuando esto ocurre,
se genera un imaginario de "víctima buena" y "víctima mala", sesgadosen muchos
casos, por aquellos datos socialmente irrelevantes que deciden relatar de cada
mujer. Ante estas representaciones, se parte de un análisis sociodiscursivo que
contemple al área de género y comunicación, aplicado a la cobertura en la
prensa de los casos de Lucía Pérez y Micaela García por parte de los algunos
medios gráficos, por ejemplo los diarios La Nación y Página 12, entre otros.
Este feminicidio,
al tener tales características horripilantes y nunca antes vistas, no pasó
desapercibido para los medios de comunicación. La prensa encontró en el caso la
nueva noticia viral del momento. La funcionaria judicial María Isabel Sánchez,
que fue apartada de la causa luego de decir en una conferencia de prensa que la
joven, asesinada en octubre de 2016, había sido empalada, solo trajo confusión
y una irresponsable génesis que tuvo desde la hora cero esta investigación.
Como se planteó al principio, los medios son en esencia esa caverna audiovisual
que transforma la realidad. Pronto la noticia fue replicada infinidad de veces,
a través de la televisión, en formato papel como virtual y las redes sociales,
y muchas veces la noticia se abarcó de manera irresponsable, sin tener respeto
hacia la víctima o a su familia.
Algo llamativo pasó a casi dos meses de la muerte de Lucía: el 17 de diciembre del 2016 Irma Ferreyra Da Rocha, de 47 años fue encontrada agonizando en un túnel de carretera, en la localidad de Garupá, provincia de Misiones ¿El motivo? Había sido empalada vía anal con una rama, luego de una brutal golpiza. Irma falleció un día después de haber sido internada en el hospital a causa de las graves heridas internas que le ocasionó su asesino. Esta seguidilla de espantosos femicidios y ataques por violencia de género, forjan una interrogante: ¿Por qué ocurrieron estos ataques a tan poco tiempo del feminicidio de Lucía Pérez? Y entonces aparecen más preguntas ¿Cómo es posible que, de repente, estos ataques, de los cuales no había registro en Argentina hasta el femicidio de Lucía, comenzaran a aparecer tan repentinamente luego de éste? El Psicólogo y escritor Pablo Melicchio nos dice con respeto a esto: "posiblemente al ser tan mediatizado, de manera irresponsable, el femicidio de Lucía, ha desbordado perversidad y morbosidad.La influencia de los medios de comunicación pudieron llegar a "provocar" que los agresores y femicidas cometieran esos crímenes posteriores".
Existe un fenómeno
que fue denominado por periodistas y profesionales encargados de estudiar la materia
como el "Efecto Wanda Taddei", si bien en países como Estados Unidos donde se
han dado muchas supuestas replicaciones, sobre todo en caso de suicidios y
tiroteos escolares, en Argentina se ha podido observar como estos casos son más
propios de los feminicidios y la violencia de género.
Entonces, a partir
del estudio de diferentes teorías criminalísticas, criminológicas y casos
correspondientes, sería prudente a analizar si es posible que exista algún tipo
de correlación entre el abordaje irresponsable que incluye, por ejemplo, la
despersonalización de la víctima, la arbitrariedad con la que es trastada la
noticia, etc. y estos casos donde los femicidios son tan similares entre sí.
Los medios de comunicación influyen a la hora de generar sensación de impunidad
y un efecto de imitación. Ellos eligen que noticia debe ser vista, oída,
analizada y juzgada.
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27 de mayo de 2025