03/07/2025
La esclerosis múltiple, también llamada la "enfermedad de las mil caras", no se presenta igual en todos los pacientes. Conocer sus señales es fundamental para una detección temprana.
Fatiga persistente, mareos sin causa aparente, visión borrosa, sensaciones extrañas en el cuerpo. A menudo, estos síntomas se presentan de forma sutil, se atribuyen al estrés, al cansancio o a problemas menores. Pero en algunos casos, son los primeros indicios de una enfermedad compleja y aún incurable: la esclerosis múltiple (EM).
Afecta al sistema nervioso central y tiene un
comportamiento tan impredecible que ha sido bautizada como "la enfermedad de
las mil caras". Cada paciente la experimenta de una forma distinta, con
manifestaciones visibles o invisibles, brotes que aparecen y desaparecen, y un
avance difícil de predecir.
La esclerosis múltiple es una enfermedad
neurodegenerativa, autoinmune e inflamatoria. Ataca la mielina, una sustancia
que recubre las fibras nerviosas del cerebro, la médula espinal y los nervios
ópticos. Cuando la mielina se daña, la transmisión de los impulsos eléctricos
entre las neuronas se vuelve más lenta o se interrumpe, lo que provoca una
amplia variedad de síntomas neurológicos.
En el mundo, más de 2,5 millones de personas
conviven con esta enfermedad. En España, según la Sociedad Española de
Neurología (SEN), hay alrededor de 47.000 casos diagnosticados, con 1.800
nuevos casos cada año. En las últimas dos décadas, la cifra se ha duplicado, lo
que obliga a reforzar la concienciación social y médica en torno a esta
condición.
Uno de los grandes desafíos que plantea la EM es su
diagnóstico. En muchos casos, los síntomas iniciales no se asocian directamente
a esta enfermedad. El cansancio extremo, los problemas de visión o los
desequilibrios al caminar suelen confundirse con signos de otras patologías o
incluso con problemas emocionales. Esta dificultad para reconocer los primeros
indicios retrasa el diagnóstico y, por ende, el inicio de los tratamientos que
pueden mejorar la calidad de vida y ralentizar la progresión.
La enfermedad se presenta de diferentes formas, y su
tipología depende de la frecuencia, la intensidad de los brotes y su
progresión. Conocer de qué tipo se trata permite a médicos y pacientes
planificar mejor el seguimiento clínico y los tratamientos. Aunque actualmente
no existe cura, sí hay terapias modificadoras que pueden ayudar a controlar su
evolución.
Esclerosis Múltiple España, una de las
organizaciones de referencia en el país, clasifica los síntomas en visibles e
invisibles. Los visibles son más fácilmente identificables: problemas
urinarios, espasmos musculares, temblores o alteraciones en la movilidad. Los
invisibles, en cambio, suelen ser los más difíciles de detectar y, sin embargo,
algunos de los que más afectan a la vida cotidiana: fatiga persistente, dolor,
disfunción cognitiva, alteraciones visuales y desequilibrios emocionales.
Muchos pacientes describen la fatiga como una sensación aplastante que impide incluso realizar tareas simples. Otros refieren una pérdida progresiva de concentración, trastornos de memoria o dificultad para encontrar palabras al hablar. En algunos casos, aparecen síntomas vinculados a la vida íntima, como la disfunción sexual, o trastornos emocionales que requieren abordajes integrales.
Frente a este abanico de manifestaciones, la
relación con el neurólogo se vuelve clave. El seguimiento cercano, los
controles regulares y la adaptación del tratamiento según las fases de la
enfermedad son fundamentales para preservar la autonomía del paciente. También
son importantes las terapias complementarias, como la rehabilitación física, el
acompañamiento psicológico y la estimulación cognitiva.
En las fases tempranas, el impacto emocional del
diagnóstico puede ser tan fuerte como los propios síntomas. La incertidumbre
sobre el futuro, el miedo a la discapacidad o la dificultad para compartir lo
que se siente con el entorno requieren un abordaje humanizado y
multidisciplinar.
Por todo ello, es crucial no desestimar señales
persistentes que podrían estar indicando la presencia de la enfermedad.
Consultar ante síntomas recurrentes, insistir en obtener un diagnóstico claro y
conocer el propio cuerpo son pasos fundamentales. La esclerosis múltiple no
siempre da la cara desde el primer momento, pero cuando lo hace, es esencial
contar con información, contención y acceso a un tratamiento adecuado.
Mientras la investigación médica avanza en la
búsqueda de terapias más eficaces y eventualmente una cura, convivir con la EM
implica aprender a reconocer los límites, a gestionar los tiempos y a construir
una nueva forma de habitar el cuerpo. Comprender su complejidad es también una
forma de acompañar mejor a quienes la viven día a día.
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3 de julio de 2025
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