04/07/2025
El monóxido de carbono representa uno de los mayores riesgos del invierno: es incoloro, inodoro y puede ser letal sin previo aviso. Su acción silenciosa lo convierte en una amenaza subestimada en los hogares. Saber cómo prevenir la intoxicación es clave para evitar tragedias.
Cada año, con la llegada del invierno y el uso intensivo de sistemas de calefacción, se renuevan los riesgos de intoxicación por monóxido de carbono (CO), un gas invisible, inodoro e incoloro que puede causar la muerte en cuestión de minutos. La reciente tragedia ocurrida en el barrio porteño de Villa Devoto, donde cinco personas entre ellas, una niña de cuatro años fallecieron por inhalación de este gas, vuelve a poner en evidencia la necesidad de extremar las medidas de prevención dentro del hogar.
El monóxido de carbono
se genera por la combustión incompleta de materiales como gas, madera, carbón o
querosén. Cuando los artefactos están defectuosos, mal instalados o en espacios
mal ventilados, el gas puede acumularse silenciosamente. Según explicó el
médico toxicólogo Francisco Dadic, el CO tiene una afinidad por la hemoglobina
250 veces mayor que la del oxígeno. Al ingresar al organismo por la
respiración, reemplaza al oxígeno en la sangre, impidiendo que órganos vitales
como el cerebro, el corazón y los riñones reciban el oxígeno necesario. Esto
provoca una hipoxia progresiva que puede derivar en pérdida de conciencia,
colapso orgánico y muerte.
Los síntomas de una
intoxicación pueden ser difíciles de identificar en sus primeras etapas, ya que
imitan otras afecciones comunes. Dolor de cabeza, mareos, náuseas, debilidad
muscular y somnolencia pueden aparecer tras una exposición leve. En casos más
graves, los signos incluyen confusión, convulsiones, arritmias e incluso coma.
Ante la sospecha de intoxicación, los especialistas recomiendan actuar de inmediato: abrir puertas y ventanas para ventilar, salir al aire libre y, si es necesario, acudir a una guardia médica. En algunos casos, se requiere tratamiento con oxígeno o atención en una cámara hiperbárica, especialmente cuando hay compromiso neurológico o cardíaco.
Las medidas de
prevención son simples, pero deben aplicarse con constancia. Una de las más
importantes es realizar revisiones periódicas a los artefactos a gas por parte
de un gasista matriculado. También se recomienda verificar que las llamas de
estufas y calefactores sean de color azul, ya que una llama amarilla o
anaranjada puede indicar combustión incompleta. Otro punto clave es ventilar
los ambientes a diario, incluso en los días más fríos, y evitar el uso de
braseros, hornallas o calefactores sin salida al exterior durante la noche.
Además, existen en el
mercado detectores de monóxido de carbono, dispositivos accesibles que emiten
una alerta sonora cuando el gas se encuentra presente en el ambiente. Su
instalación en espacios cerrados puede ser una herramienta eficaz para prevenir
tragedias.
El monóxido de carbono
es conocido como el "asesino silencioso" porque no da señales visibles de su
presencia. En un contexto donde muchas familias recurren a sistemas de
calefacción alternativos por razones económicas, estar informados, revisar las
instalaciones y ventilar los ambientes puede ser la diferencia entre un
invierno seguro y una tragedia evitable.
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