03/06/2025
Por elección, vocación o necesidad, hay quienes viven a contramano del reloj solar. En la madrugada, cuando la ciudad calla, otras rutinas se encienden: la economía cambia de ritmo y el cuerpo también. Tres trabajadores nocturnos cuentan cómo es habitar el reverso del día.
Por pasión o por necesidad, cuando se trabaja en lo profundo de la noche, el cuerpo y la economía funcionan de otra manera. Tres trabajadores relatan cómo es vivir al revés.
La vida de Pablo cambió para siempre. La pandemia
arrasó con su economía y lo obligó a reinventarse. Mientras buscaba nuevas
oportunidades, actualizó su perfil en LinkedIn y dejó atrás sus intentos de
emprender o dar clases de guitarra online. La llamada llegó desde una empresa
de telecomunicaciones que buscaba personal para el turno noche. Su primer
pensamiento fue: "Voy a vivir de noche".
Empezó con entusiasmo. El salario era competitivo,
tenía derechos sindicales garantizados y tres días de descanso por cada seis
trabajados. El lugar quedaba en San Telmo, a solo ocho cuadras de su
departamento en el microcentro porteño. Al llegar a casa, caía rendido. Con el
tiempo, su vida empezó a transcurrir al revés que la del resto: dormía de día,
trabajaba de noche.
Vivir
al revés. Dormir de día. Caldo de cultivo.
Forzar al cuerpo a descansar cuando hay luz o a
mantenerse alerta durante la oscuridad desafía el ritmo biológico natural. "Son
muchos los recaudos que se deben tener al trabajar en turno noche", advierte el
médico cardiólogo Hernán Provera, coordinador de prevención cardiovascular del
INEBA (MN 112.732). Advierte que hay abundante evidencia que relaciona el
trabajo nocturno con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca. "En muchos casos,
ese riesgo se vincula con el síndrome metabólico: sobrepeso, glucosa elevada, colesterol
alto e hipertensión", explica.
Uno de los estudios más importantes al respecto fue
realizado en el Brigham and Women's Hospital, en Boston. Durante 16 días,
científicos invirtieron el ritmo circadiano de los participantes para simular
condiciones de trabajo nocturno. En apenas cuatro días con horarios invertidos,
se detectaron aumentos en la presión arterial, alteraciones del sistema
nervioso autónomo y un estado inflamatorio general. Todo eso, solo por cambiar
el horario de sueño.
Daiana, enfermera en una clínica de Berazategui, lo
vivió en carne propia. "Trabajar de noche me hacía engordar por lo que comía
para mantenerme despierta. Y de día era peor: no descansaba bien, estaba de mal
humor todo el tiempo", cuenta. Su testimonio refleja un problema común entre
quienes cambian sus ritmos naturales: la alimentación suele volverse
desordenada y emocional.
Como si eso no bastara, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que cada 15 años de trabajo nocturno provocan un envejecimiento biológico prematuro equivalente a cinco años.
Pero la nocturnidad no es solo un castigo: también
es un motor económico. Sectores como la hotelería, la gastronomía, el
transporte y las telecomunicaciones funcionan las 24 horas. Según el Estimador
Mensual de Actividad Económica (EMAE) del INDEC, en enero de 2023 los hoteles y
restaurantes lideraron el crecimiento interanual con un +51,5%. "Transporte y
comunicaciones" les siguieron con un 10,1%.
Pablo trabaja en uno de los centros neurálgicos de
esa maquinaria invisible: un Telepuerto o BOC (Broadcast Operation Center),
donde se controlan las señales de televisión que salen al aire. Su turno es de
23 a 7, con una hora de descanso. Cuando vemos una imagen o escuchamos una voz
en la radio durante la madrugada, alguien como él está ahí, asegurando que todo
funcione.
Hoy Pablo ya no vive en el centro: se mudó a La
Plata y viaja todas las noches a San Telmo para cumplir su turno. La economía,
al fin, se estabilizó. Pero su sueño sigue alterado y su guitarra, silenciosa.
La alimentación también se resiente en esta rutina.
"El cuerpo sufre una alteración fisiológica. Por eso es fundamental planificar
las comidas y mantener horarios constantes", señala la licenciada en nutrición
Lucía Schiapacasse. Aconseja incluir tres comidas principales y dos colaciones
con bajo contenido de grasas y azúcares. "Las carnes magras, frutas y vegetales
son las mejores opciones. Los alimentos con mucha grasa requieren más tiempo
para digerirse y generan una sensación de pesadez", advierte.
En un mundo que nunca duerme, miles de personas como
Pablo o Daiana sostienen la actividad cuando el resto descansa. Pagan un precio
invisible: alteración del sueño, desajustes metabólicos, cansancio crónico.
Pero también mantienen en pie sectores esenciales de la economía. Viven al
revés. Y de alguna manera, hacen que todo siga funcionando.
COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.
4 de junio de 2025
4 de junio de 2025
4 de junio de 2025