28/05/2025
En abril, los sectores de esparcimiento y la adquisición de productos electrónicos e informáticos mostraron una destacada recuperación, con incrementos reales superiores al 50% en comparación con el mismo mes del año anterior. En contraste, las ventas en supermercados registraron una caída del 30% interanual, reflejando un fuerte retroceso en el consumo básico.
Durante el último año, los rubros vinculados al esparcimiento y la tecnología -como electrónica e informática- mostraron una recuperación superior al 50% en términos reales. En contraste, el consumo en los estratos más bajos de la pirámide sigue estancado en niveles de subsistencia, con indicadores que perforaron cualquier piso conocido y se hunden en el subsuelo. En este mismo período, se registraron desplomes de hasta un 30% real en las ventas de supermercados y combustibles. En estos casos, la caída no se debe tanto a los precios como al deterioro de los ingresos.
El Gobierno, junto a su coro desentonado de aduladores, abrió -quizás sin proponérselo- un nuevo frente de debate al embarcarse en una insólita polémica por el precio de las empanadas que consume o no el actor Ricardo Darín. Detrás de la anécdota se revela un problema estructural que se ha profundizado con las políticas actuales: una economía fragmentada y cada vez más desigual. El modesto repunte del consumo, que los libertarios celebran como un logro, responde principalmente a sectores de ingresos medios y altos. Son quienes aprovechan el atraso cambiario y la apertura comercial para viajar al exterior o abastecerse de productos importados.
El relato oficial sostiene que con sólo desacelerar
la inflación bastaría para reactivar el consumo, sin necesidad de aplicar
políticas que restituyan el poder adquisitivo de los hogares. Sin embargo, la
evolución dispar de los precios ha alterado los presupuestos familiares: el
peso creciente de los servicios en la canasta básica reduce la capacidad de
gasto en alimentos y productos esenciales. Mientras tanto, un segmento más
acomodado, que aún dispone de excedentes, se beneficia del tipo de cambio
retrasado y del aluvión de bienes importados.
En abril, el consumo mostró su mayor incremento interanual desde principios del segundo trimestre de 2021. Este repunte, sin embargo, se explica en buena parte por una base de comparación muy baja: abril de 2024 marcó el nivel más bajo de la serie histórica. "Se registraron subas significativas en rubros como esparcimiento, electrodomésticos e indumentaria. Pero estos números exuberantes deben leerse con cautela, ya que están influidos por el bajísimo punto de partida. En el otro extremo, como sucede con las compras digitales, el gasto en supermercados y alimentos sigue rezagado", indica un informe del Banco Provincia.
El banco provincial elaboró su índice de gasto en
consumo a partir de una amplia base de datos generada por sus clientes con
tarjetas de crédito, débito y la billetera Cuenta DNI. Por los descuentos que
ofrece la entidad, sus registros incluso superan a los relevados por fuentes
como la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) o la consultora Scentia.
Sin embargo, los datos son claros: el consumo en Argentina se polariza cada vez
más, con sectores que acceden a bienes de lujo mientras otros apenas alcanzan
lo indispensable.
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