Tras la muerte de Francisco, comienza el proceso para elegir a su sucesor en un nuevo cónclave

La reciente muerte del papa Francisco, ocurrida este lunes en Roma, marca el inicio de un proceso tan antiguo como solemne: la elección del nuevo líder de la Iglesia Católica. Esta ceremonia definirá quién será el próximo pontífice para más de 1200 millones de fieles en todo el mundo.

La elección del Papa está reservada exclusivamente a los cardenales menores de 80 años, quienes se reunirán en la Capilla Sixtina del Vaticano bajo estrictas normas de privacidad.

Este encierro deliberativo, del cual deriva el término "cónclave" (del latín cum clave, "con llave"), se inicia tras finalizar el período de luto oficial. Mientras tanto, el gobierno temporal de la Iglesia recae en el camarlengo, actualmente el cardenal Kevin Farrell.

La elección del Papa está reservada exclusivamente a los cardenales menores de 80 años, quienes se reunirán en la Capilla Sixtina del Vaticano bajo estrictas normas de privacidad.

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El mecanismo es claro: se realizan hasta cuatro votaciones por día (dos por la mañana y dos por la tarde), y para consagrar un nuevo Papa se requiere el voto favorable de dos tercios de los cardenales electores.

Si no hay fumata blanca -es decir, si no se alcanza ese número- las papeletas se queman con una mezcla química que produce humo negro. Cuando se alcanza la mayoría, el humo blanco indica que hay nuevo Papa.

Este encierro deliberativo, del cual deriva el término "cónclave", se inicia tras finalizar el período de luto oficial.

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Las votaciones son secretas y no se publican resultados parciales. Solo se conoce el nombre del elegido una vez que acepta el cargo y se anuncia ante el mundo con el tradicional "Habemus Papam".

El nuevo pontífice elige el nombre con el que será conocido y aparece, por primera vez como Papa, en el balcón de la Basílica de San Pedro para impartir la bendición urbi et orbi.