16/05/2022
Pueden existir una cantidad incontable de murales en cada una de las paredes del conurbano, pero cada uno expresa algo diferente. La subjetividad del artista tiene mucha significancia. No sólo muestra una visión del mundo, sino las emociones que pueden transmitirse mediante la pintura. Por ello, conocer en profundidad la historia de Natalia Robledo nos permitirá mirar a través de los ojos de la muralista que tantas obras realizó en Monte Grande.
A sus 30 años, Natalia vivió más días como Warholiana, su nombre artístico, que como la decidieron llamar sus padres. "En el arte arranqué en el 2006 de manera oficial. De chica iba a talleres mi mama, pero la educación formal empezó 16 años atrás cuando entré al polivalente de arte de Luis Guillón". La educación abre las puerta del conocimiento y a Natalia la conectó con su esencia, la pintura.
Así, se sumergió en un camino muy interesante para transitar. Desde entonces, se dedica íntegramente al arte. "Siempre pintando, pero también me gusta hacer grabado, estampado y cerámica. Hace poco empecé con lo digital. Me cuesta, soy mas analógica pero estoy aprendiendo", comentó sobre cómo compone diariamente su vida, además de ser madre.
Si bien ha abarcado una amplia variedad de especializaciones, disponer de una enorme pared para dejar asentado su talento aparece como una motivación incomparable. Además, el arte expresada sobre espacios públicos indefectiblemente impacta sobre toda la sociedad. "Lo que mas me gusta de pintar murales es la reacción de la gente, ya sea se manera positiva o negativa. También me gusta mucho pintar bien grande porque soy pequeñita de tamaño. Mido un metro y medio. Poder hacer cosas enormes me hace sentir que no me limita nada", comentó.
No sólo es una experiencia gratificante como un desafío personal, sino para Natalia se traduce en una reivindicación de sus valores. "Siempre me dicen: vos sola estas haciendo ese semejante trabajo. Y digo, ¡si! Me gusta. Siento que puedo con todo, me hace bien pintar murales. Es como terapéutico. A veces no todo es trabajo. Pintar por ganas es necesario, al menos para mi y mi mente".
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Esa espontaneidad y deseo de disfrutar lo cotidiano la lleva a generar un contenido diferente. Se distingue por el talento que empuña y por la particular forma de afrontar una pared sin vida. "El proceso creativo es raro. Hay veces que no tengo ni idea que voy a hacer, sale lo que sale. Otras veces son ideas que tengo guardadas, pero no encuentro el momento de sacarlas. No soy muy de planificar los murales".
Mirando en retrospectiva, Natalia puede observar cada uno de sus trabajos y elegir cuales son los más gratificantes. Una serie de cuatro obras, la tetralogía de mujeres y flores, rápidamente surgen de su boca para recordar cómo conectó las emociones en esa connotación. Sin embargo, fuera de un proyecto particular evidentemente lo más importante para ella es diariamente hacer lo que más le gusta.
"La meta siempre es la misma. Poder vivir de esto sin que deje de ser divertido. La verdad no me gustaría que se pierda la emoción de pintar, que sea una obligación. Ya me pasó de trabajar en relación de dependencia y hubo una etapa muy buena y otra no tanto. Cuando llegó esa etapa que no me gustaba tanto decidí hacerme a un lado. Y seguir de manera independiente", afirmó.
Así como a ella le gusta expresar su arte en trabajos muy grandes, experimentando con la altura y andar colgada en andamios, existen otros colegas de la zona que también nutren con arte el ambiente. De a poco se construye un espacio mágico, como el que Natalia retrata al contar cuando siendo "pequeña" hace cosas gigantes.
"Lo mas atractivo del muralismo es la variedad inmensa de estilos, de mensajes. Todos te generan algo. Vas por la calle y, ya sea por el tamaño, por los colores, por la imagen, por el mensaje, siempre hay algo que va a generarte una emoción. A mí me motivan a seguir sumando pintadas".
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Por ello, es vital mantener una cohesión social entre los artistas locales para no afectar el trabajo de nadie. "Tratamos de siempre mantener el respeto. Nos avisamos cuando vamos a tapar algún mural que no haya realizado uno mismo. Así mismo con los grafiteros, yo intento siempre pedir permiso".
Mientras se prepara para el 21 mayo presentar en La Pulpería, un "ciclo arte simple" , y el dia 6 de junio en el Centro Cultural "El Telégrafo", continúa buscando nuevos horizontes. En su historia no sólo se da espacio para realizar murales estilísticos, sino algunos con un fuerte contenido social. Por ejemplo, "para el día de la Memoria, Verdad y Justicia, este 24 de marzo pasado que me convocaron del colectivo docente".
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Asimismo, "voy a estar pintando con les chiques de la Zorreria, que es un espacio cultural LGBTIQ+, de Monte Grande. Será un mural sobre la visibilidad trans. Creo que es muy necesario mantener esa conexión con la sociedad y acompañar a cada uno que necesite una mano para poder mostrar y decir lo que en muchos lados no se ve. Eso es la cultura, la historia y lo que somos", cerró.
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18 de mayo de 2024