Donald Trump pisa suelo europeo para la cumbre clave de la OTAN

En vísperas de una cumbre crucial de la OTAN, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a sembrar dudas sobre el compromiso estadounidense con la defensa de Europa. Mientras volaba hacia La Haya para participar en la reunión de la alianza transatlántica, Trump evitó reafirmar públicamente su adhesión al Artículo Cinco, el principio de defensa mutua que constituye el corazón de la OTAN. "Depende de la definición", dijo a los periodistas a bordo del Air Force One. "Me comprometo a ser su amigo".

La cumbre, que comenzó con una cena oficial ofrecida por el rey de los Países Bajos, busca contener las tensiones provocadas por el regreso al poder de Trump, cuyo enfoque impredecible hacia las alianzas internacionales ha generado alarma en Europa. Su actitud combativa, sumada a recientes declaraciones sobre Israel, Irán y Ucrania, ha complicado aún más el panorama geopolítico para los líderes del continente.

Consciente de la fragilidad del vínculo atlántico, la OTAN intenta retener a Trump en la órbita aliada respondiendo a una de sus principales exigencias: más gasto en defensa. Los 32 miembros acordaron un nuevo objetivo de inversión militar que asigna un 3,5% del PIB a necesidades básicas para 2035, y otro 1,5% a áreas más amplias de seguridad como la ciberdefensa e infraestructura crítica.

Pese a este gesto, persisten las reservas sobre el compromiso de Trump con los valores fundacionales de la alianza. La ausencia de una declaración clara sobre el Artículo Cinco alimenta la incertidumbre entre sus socios europeos, especialmente en un contexto marcado por la guerra en Ucrania y las advertencias de una posible ofensiva rusa en los próximos cinco años.

Trump dejó entrever que podría mantener una reunión con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky durante su estancia en los Países Bajos. Según funcionarios de Kiev, el objetivo sería negociar un nuevo paquete de armas centrado en sistemas de defensa aérea y presionar para una ampliación de las sanciones contra Moscú. No obstante, el lugar de Ucrania en la cumbre será más marginal que en encuentros anteriores, y no participará en las sesiones principales.

Desde Bruselas, la OTAN reafirmó que el respaldo a Ucrania es "inquebrantable", aunque evitó cualquier mención concreta al ingreso de Kiev en la organización, una concesión tácita a la oposición de Trump sobre el tema. Zelensky, por su parte, acusó a Rusia de boicotear los intentos de paz y de mantener su estrategia bélica intacta: "No hay señales de que Putin quiera detener esta guerra", afirmó en un foro paralelo.

La preocupación europea no se limita a la reticencia de Trump respecto a Ucrania. Su sugerencia de redirigir recursos militares hacia la contención de China agrega presión a los aliados europeos, que intentan equilibrar sus presupuestos y sus compromisos estratégicos. Alemania, por ejemplo, anunció que alcanzará el umbral del 3,5% en gasto básico de defensa en 2029, seis años antes del objetivo común.

Los líderes europeos, conscientes del momento, buscan transmitir determinación. "Debemos navegar esta era de incertidumbre radical con agilidad", advirtió el primer ministro británico, Keir Starmer. En la misma línea, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, celebró el giro presupuestario como prueba de que "la Europa de la defensa finalmente ha despertado".

En el trasfondo, el Kremlin respondió con dureza al aumento de la inversión militar. "Esta es la realidad que nos rodea", declaró su portavoz Dmitry Peskov, acusando a la OTAN de una "militarización desenfrenada".

La cumbre avanza en un clima de inquietud. La alianza intenta no solo disuadir a Rusia, sino también asegurar que Estados Unidos bajo el liderazgo errático de Trump siga siendo parte integral de la arquitectura de seguridad que durante décadas sostuvo la paz en Europa. Pero la pregunta persiste: ¿hasta dónde está dispuesto a llegar Washington para proteger a sus aliados?