30/05/2025
La Consejería de Sanidad, a través de la Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de la Salud, conmemora el Día Mundial Sin Tabaco establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), haciendo hincapié en los riesgos que representan los cigarrillos electrónicos y otros productos con nicotina para la salud y el medio ambiente, especialmente entre los jóvenes.
La Sociedad Argentina de Pediatría expresó su preocupación por el incremento del uso de vapeadores entre adolescentes, a partir de los resultados de una reciente encuesta que muestra un aumento de esta práctica entre jóvenes que residen en la Ciudad de Buenos Aires. Se trata de dispositivos electrónicos cuya venta está prohibida en el país, pero que continúan circulando a través de canales informales.
Desde el organismo
señalaron que la proliferación de estos productos representa un problema de
salud pública. A pesar de las restricciones legales que impiden su
comercialización, distribución y promoción, su presencia en el mercado no ha
cesado, y se observa un creciente consumo entre estudiantes de nivel medio. La
última Encuesta Nacional Anual sobre Tabaco en Jóvenes, correspondiente a 2023,
reveló que el 8% de los estudiantes secundarios en escuelas públicas porteñas
usaban estos dispositivos, frente al 7% registrado en 2017.
La SAP remarcó que
el comercio clandestino de estos productos sigue activo, principalmente a
través de internet y redes sociales, y advirtió que muchas veces son promovidos
por influencers o figuras públicas que impactan fuertemente en la conducta de
los jóvenes. En la mayoría de los casos, el uso comienza por recomendaciones
entre pares, lo que potencia su difusión y normalización.
A diferencia de los adultos, que en ocasiones adoptan los cigarrillos electrónicos con la intención de dejar el tabaco tradicional, los adolescentes los utilizan como una puerta de entrada al consumo de nicotina. Según la SAP, esto no es casual: las empresas tabacaleras, ante la disminución en las ventas de cigarrillos convencionales, han orientado su estrategia de marketing hacia el público juvenil con el fin de captar nuevos consumidores.
Los profesionales
advierten que quienes vapean con frecuencia presentan síntomas como tos
persistente, dificultad respiratoria, mareos, náuseas, vómitos y cefaleas.
Además, el uso prolongado puede generar dependencia más rápidamente que el
tabaco convencional, ya que algunas soluciones contienen mayores concentraciones
de nicotina.
Los dispositivos
funcionan mediante una batería que calienta un líquido especial hasta generar
vapor. Ese aerosol, que simula el humo del cigarrillo, es inhalado a través de
una boquilla y llega a los pulmones. Las sustancias utilizadas en estos
líquidos incluyen saborizantes, glicoles, formaldehído, acroleína, y otros
compuestos potencialmente cancerígenos. Muchos de estos ingredientes no han
sido debidamente evaluados para su uso inhalado, lo que agrava el riesgo
sanitario.
Otro aspecto que preocupa es la presencia de soluciones que contienen principios activos del cannabis, como THC y CBD. Estas sustancias actúan sobre el sistema nervioso central y pueden producir alteraciones del estado de ánimo, dificultades cognitivas, trastornos emocionales y dependencia, además de afectar negativamente el rendimiento académico.
La exposición a la
nicotina durante la adolescencia, etapa en la que el cerebro todavía se
encuentra en desarrollo, puede provocar daños permanentes en funciones como la
memoria, la concentración y el aprendizaje. Los estudios también indican que
quienes inician el consumo de vapeadores presentan mayor riesgo de pasar a
fumar cigarrillos tradicionales o consumir otras sustancias psicoactivas.
Desde fines de 2019
se identificó una afección pulmonar severa vinculada al vapeo conocida como
EVALI (por sus siglas en inglés), una lesión pulmonar aguda atribuida al uso de
cigarrillos electrónicos. Se han registrado alrededor de 60 muertes asociadas a
este síndrome, cuyos síntomas incluyen dificultad respiratoria grave, necesidad
de internación en terapia intensiva y, en algunos casos, asistencia mecánica
para respirar.
A esto se suman
otros efectos adversos documentados, como quemaduras por explosiones de las
baterías, intoxicaciones accidentales en niños o animales por ingestión de
líquidos, y la exposición al vapor residual por parte de terceros, lo que
también conlleva riesgos para la salud. Todo ello sin considerar el daño
ambiental que provoca la acumulación de residuos electrónicos.
La SAP recomienda
que se incorpore el tema en las consultas médicas pediátricas y que se aborden
con los adolescentes sus hábitos o exposición a estos dispositivos. La
detección temprana permite diseñar estrategias preventivas personalizadas. Algunas
encuestas recientes muestran que más del 47% de los jóvenes estarían dispuestos
a probar el vapeo si se les presentara la ocasión.
Desde el Grupo de
Trabajo de Consumos Problemáticos y el Comité de Neumonología de la entidad
pediátrica, se considera imprescindible que padres, docentes y profesionales de
la salud se mantengan informados, acompañen a los adolescentes en este
escenario y refuercen el mensaje sobre los riesgos que implica el uso de estos
productos.
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