26/06/2025
Le habían pronosticado una semana de vida debido a una encefalopatía hepática terminal; lo conectaron a un dispositivo similar a una máquina de diálisis para reemplazar la función de su hígado, y su estado mejoró tanto que solicitaron prolongar el tratamiento experimental.
Un paciente al borde de la muerte recobró la conciencia gracias a un hígado artificial cultivado en laboratorio y conectado a su cuerpo desde una jarra, al lado de su cama. Aunque no formaba parte de un protocolo clínico oficial, la experiencia marcó un hito en el desarrollo de órganos bioartificiales: por primera vez, un hígado regenerado a partir de células humanas logró reemplazar funciones hepáticas vitales en un ser humano, al menos por unos días.
El episodio tuvo lugar en Estados Unidos durante el
primer fin de semana de junio. El paciente sufría una encefalopatía hepática
grado 3 una condición que compromete gravemente la conciencia- y tenía apenas
una semana de vida estimada. Contra todos los pronósticos, no solo despertó,
sino que su estado mejoró a tal punto que su médico solicitó extender el
tratamiento experimental más allá de las 48 horas previstas.
"Aunque oficialmente esto no fue parte de un
protocolo, porque el paciente estaba en estado demasiado grave, el resultado
fue mucho más positivo de lo esperado", explicó desde Estados Unidos el
científico argentino Ernesto Resnik, uno de los responsables del proyecto en la
empresa biotecnológica Miromatrix, una derivación de la Universidad de
Minnesota. "Pasó de grado 3 a 0-1. Eso significa que está consciente, puede
hablar, razonar. No hubo efectos adversos y, de hecho, mejoró mucho".
La iniciativa de Miromatrix se basa en una técnica
que parece salida de la ciencia ficción, pero que hoy produce resultados
concretos. La estrategia consiste en tomar un órgano de un animal -generalmente
cerdo- y someterlo a un proceso de "descelularización", en el que se eliminan
todas las células mediante un detergente (SDS), dejando intacta la estructura
tridimensional del órgano: su matriz extracelular. Luego, ese "andamio"
natural se repuebla con células humanas cultivadas en laboratorio,
preferentemente del mismo paciente que recibirá el tratamiento.
Una vez producido, el órgano se mantiene en frío y
tiene una vida útil de aproximadamente seis días. Si no se utiliza en ese plazo
para un paciente en estado crítico, se destina a investigación. La empresa
genera alrededor de 50 de estos hígados en simultáneo y arranca nuevos cada
pocos días para asegurar disponibilidad constante. "No se trata de órganos en
stock como si fueran productos de góndola, pero casi", explica Resnik. "Si
aparece un caso urgente, tenemos que estar listos para enviarlo".
El tratamiento se administra mediante un dispositivo
externo, similar a una máquina de diálisis. El órgano no se implanta, sino que
opera desde un reactor conectado al sistema circulatorio del paciente. Su
función es sostener la vida hasta que llegue un órgano para trasplante o -como
ocurrió en este caso- permitir la recuperación de la función hepática.
Aunque la técnica aún está en fase experimental, su potencial es enorme. Evita el uso de inmunosupresores, porque las células que componen el órgano pueden ser del propio paciente, y permite contar con una reserva de órganos clínicamente funcionales en tiempos récord. Producir uno demora entre seis y ocho semanas, pero una vez que la línea de producción está en marcha, hay disponibilidad continua.
"Por ahora, solo se puede aplicar en un grupo muy reducido de personas extremadamente graves", aclara Resnik. Las normas de la FDA impiden probar estos dispositivos en pacientes que todavía tienen otras opciones médicas disponibles. Solo califican quienes ya no responden a tratamientos ni pueden recibir un trasplante convencional. "Es la última oportunidad. Pero cada vez que funcione, más centros van a querer probarlo", sostiene el investigador.
Además del hígado, Miromatrix trabaja en el
desarrollo de un riñón bioartificial, aunque el camino es más complejo. "El
hígado tiene básicamente dos tipos celulares. El riñón, al menos seis o siete,
y cada uno cumple funciones específicas. Es un órgano más sofisticado. Estamos
experimentando con distintas combinaciones, pero creemos que para el año que
viene tendremos nuestro primer prototipo de riñón funcional", detalla.
Resnik remarca que el avance tecnológico también pone sobre la mesa un debate fundamental: la necesidad de contar con infraestructura científica y médica propia. "Estas tecnologías no son exportables. No se pueden mandar hígados en un container. O los producís en tu país o no los tenés. Por eso invertir en ciencia y salud no es un lujo. Es estratégico. Si desmantelás eso, tu población queda afuera del futuro".
Lo que ayer parecía una fantasía médica, hoy empieza
a hacerse realidad. Aunque los trasplantes de órganos bioartificiales todavía
no están aprobados como reemplazo definitivo, cada avance acerca más a la
medicina al sueño de crear, literalmente, órganos a medida del paciente. Y para
algunos, esa diferencia ya se mide en días de vida ganados.
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26 de junio de 2025
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