26/06/2025

El Bona

Fin del cuento romántico: ¿está desapareciendo la monogamia?

Las relaciones de pareja hoy tienden a durar lo que dura el deseo, y son cada vez menos las que atraviesan el tiempo sin rupturas, infidelidades o replanteos. En un contexto donde cambian los ideales de amor, exclusividad y compromiso, especialistas analizan cómo se redefinen los vínculos afectivos y por qué la monogamia tradicional ya no es la norma para todos.

En la intimidad de muchas casas, con palabras susurradas y acuerdos privados, las parejas están cambiando. Ya no todos prometen fidelidad eterna ni se ciñen al molde romántico tradicional que había regido las relaciones durante siglos. Lo que antes era escandaloso, ahora empieza a entenderse o al menos a discutirse como una opción más en el amplio abanico de formas de amar. La monogamia, como único modelo legítimo, empieza a resquebrajarse.

Hace tan solo siete años, la declaración pública de Nuria Roca y Juan del Val sobre su relación abierta causó un revuelo que desbordó los platós de televisión y saturó las redes sociales de opiniones. Fue percibido como un gesto provocador, incluso transgresor. En 2024, sin embargo, cuando otro caso mediático similar saltó a la prensa la supuesta infidelidad de Álvaro Muñoz Escassi a María José Suárez, en el marco de lo que él describió como una relación consensualmente abierta, la reacción del público fue muy distinta. Hubo interés, sí, y debate, pero no esa condena rotunda de antaño. ¿Qué cambió? "Todo", responde con claridad la psicóloga y terapeuta de pareja Lara Ferreiro.

Lo que está ocurriendo es más que una moda. Se trata, según varios expertos, de una transformación de fondo en la forma en que entendemos el amor, el compromiso y la sexualidad. Christoph Kraemer, director para Europa de Ashley Madison una plataforma global orientada a personas que buscan relaciones fuera del matrimonio habla abiertamente de una "revolución de los vínculos". Su organización ha trabajado junto al instituto YouGov en un informe que lo deja claro: solo el 51% de los españoles se declara completamente monógamo. Eso implica que casi la mitad no lo es. Una cifra que, lejos de ser marginal, habla de un cambio cultural en marcha.

En países como Italia o Alemania, el porcentaje de personas que no se identifican con la monogamia tradicional es incluso mayor. Y lo que sorprende es que entre quienes eligen explorar relaciones no monógamas declaradas (NMD), las mujeres superan a los hombres: 29% frente a 19%, según el mismo estudio. "La idea de que esto es solo para hombres infieles o promotores del libertinaje ya no se sostiene", afirma Ferreiro. "La mayoría de mis pacientes mujeres que han optado por este modelo lo hacen desde el deseo de autenticidad y bienestar personal, no desde la falta".

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Hay tantos tipos de acuerdos no monógamos como personas dispuestas a repensarlos. Desde relaciones abiertas más estructuradas hasta formatos flexibles, como la "monogamia de fantasía" o las relaciones poliamorosas. La doctora Tammy Nelson, terapeuta sexual y autora del libro Open Monogamy, sostiene que la clave no está en etiquetar, sino en entender la monogamia como un espectro, con múltiples puntos intermedios entre el contrato cerrado tradicional y la anarquía relacional. "No es blanco o negro", señala Nelson. "Lo importante es preguntarse qué necesita cada uno y cómo puede acordarlo con su pareja".

Pero si el cambio está en marcha, también lo están los obstáculos. La mayoría de quienes practican una relación no monógama consensuada no lo cuentan abiertamente. Según el informe de Ashley Madison, un 73% lo mantiene en secreto por miedo al juicio social. Ferreiro lo corrobora desde la experiencia clínica: "Hay vergüenza, miedo a ser etiquetado como promiscuo o egoísta. Pero quienes lo viven desde el acuerdo y la honestidad descubren que hay menos sufrimiento que en las parejas atrapadas por la monogamia impuesta".

Los celos, tradicionalmente vistos como el talón de Aquiles de cualquier relación abierta, siguen apareciendo, pero también están siendo resignificados. Un 34% de los encuestados admite haberlos sentido, pero muchos interpretan esa emoción como una oportunidad para profundizar en el vínculo, revisar pactos y dialogar. "Hay parejas que, después de una infidelidad, en lugar de separarse, inician una etapa más honesta y saludable. Algunas incluso redefinen su vínculo hacia un formato más flexible que les funciona mejor", relata la terapeuta.

Este replanteamiento del modelo de pareja también cuestiona otro pilar tradicional: la idea de que para ser feliz en pareja hay que conformarse con una única fuente de afecto, sexo, estimulación intelectual y estabilidad. Un caso que Ferreiro recuerda con especial claridad es el de una joven de 16 años que mantenía tres vínculos paralelos, cada uno con un propósito diferente: uno sexual, otro emocional y uno más intelectual. Cuando la terapeuta le preguntó a cuál elegiría, la adolescente respondió con naturalidad: "¿Por qué tengo que elegir?".


Para muchos, la respuesta sería chocante, pero quizás es más reveladora de lo que parece. La lógica del "todo en uno" está siendo desafiada por la posibilidad de construir relaciones a medida, con honestidad y consentimiento mutuo. "Las nuevas generaciones no se están planteando tanto si están rompiendo normas, sino si las normas que heredaron tienen sentido para ellas", sostiene Kraemer. Según él, este movimiento va en camino de obtener incluso reconocimiento legal: "En algunos países avanzados se está empezando a hablar de marcos jurídicos que reconozcan este tipo de acuerdos afectivos".

El mayor enemigo del cambio no es la moral, sino el silencio. El hecho de que la mayoría de las parejas NMD no lo comunique públicamente indica que aún hay un largo camino por recorrer para normalizarlo. Pero los datos muestran que el interés crece, que las experiencias se diversifican y que las etiquetas empiezan a perder fuerza.

En este contexto, la monogamia no desaparece, pero deja de ser obligatoria. Muchas personas seguirán eligiéndola, y estará bien. Otras no. Lo importante será que esa elección, sea cual sea, venga desde la conciencia y no desde el miedo. Porque, como recuerda Ferreiro, "si vas a vivir con dolor por la idea de que tu pareja te sea infiel, quizás no compense el modelo cerrado. Quizás sea mejor hablar, pactar, redefinir... Y encontrar otra forma de amar que no duela tanto".

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