La historia del barrio de Campana que enfrenta el uso de agrotóxicos

El uso de agrotóxicos es una costumbre cada vez más frecuente por parte de los productores agropecuarios. Su uso es beneficioso para su negocio, pero encarna daños colaterales en la salud de las personas que están alrededor y se llevan la peor parte.

Sin ir más lejos, vecinos de un barrio del partido de Campana, en el norte de la provincia de Buenos Aires, denunciaron varios casos de reacciones cutáneas cuya única explicación médica es la presencia de químicos que están presentes en los potentes herbicidas y que llegan a través del agua o del aire.

El Concejo Deliberante local había sancionado en 2012 una ordenanza que prohibía el uso de este tipo de productos a menos de 1.000 metros del lugar, pero dos familias de tradición agraria protestaron bajo el pretexto de que "no podían trabajar" y una jueza de primera instancia avaló una medida cautelar para que sigan actuando como si nada hubiese pasado.

No solo eso, sino que la magistrada en cuestión los autorizó a fumigar a partir de los 30 metros de distancia. Es decir, prácticamente al lado de las casas de las familias que eligieron ese rincón campanense para desarrollar su vida.

Estos vecinos podrían haberse quedado en el molde y no hacer nada. Se sabe que el peso del mundo agrícola es importante y el lobby que pueden hacer los dueños de las tierras no es menor. No obstante, decidieron actuar y luchar hasta las últimas consecuencias.

"En 2021 empezamos a organizarnos y presentamos análisis ante el juzgado", revela Verónica Betti, referente de la asamblea Pioneros por el Agua, en diálogo con El Bonaerense.

Previamente, otros habitantes del barrio ubicado sobre la ruta 6 habían ido a la Justicia para reclamar, pero muchos de ellos terminaron desistiendo y mudándose, mientras los dueños de las tierras siguieron dándole rienda suelta a los pesticidas.

Los problemas de salud de una niña fueron los que le dieron impulso a la comunidad para ir a la carga y luchar contra la contaminación desplegada por los productores.

"La pediatra detectó que tenía erupciones extrañas en todo su cuerpo. A partir de eso fue que hicimos estudios en el agua y comenzamos con el derrotero de entender cuál era la situación", explica.

Ese fue el inicio de un camino por la vía legal con bastantes vaivenes y la llegada del reclamo hasta la Corte Suprema de Justicia bonaerense, que finalmente le dio la razón a los vecinos de Pioneros. Una victoria a medias para la comunidad, porque el panorama aún no se modificó.

"Estamos contentos, pero lo cierto es que los Zocca y los Rossiter (familias dueñas de los campos) siguen teniendo todo sembrado y están fumigando. Y hay otro campo de otra persona que está en las mismas condiciones", revela Betti.

"Nos queda la lucha de ver cómo hacer cumplir la ordenanza y que el Municipio se ponga a vigilar estas cuestiones y controlarlas", agrega la mujer.

Un dato no menor es que al momento de aprobarse la norma que regula el uso de agrotóxicos en el partido de Campana gobernaba el peronismo, con Stella Maris Giroldi a la cabeza. En la actualidad, la comuna está a cargo del macrista Sebastián Abella, quien no ha sido muy receptivo con el reclamo de los vecinos de Pioneros.

"Cuando nos reunimos con el intendente no nos fue muy bien. No fuimos escuchados, creo que es un tema del que no se entienden las consecuencias y fuimos maltratados", revela la vecina.

"Con la presión que están sintiendo ahora, se van a tener que mover de alguna manera. No es lo mismo en 2011, que no había ninguna red social, que ahora, que todo circula mucho más rápido. No somos dos vecinos, somos más y tenemos los análisis", remarca.

Tampoco fueron muy receptivos los productores agropecuarios con las familias del barrio afectadas por su accionar. "Cuando tuvimos audiencias en la Justicia, nos decían que ellos iban a seguir trabajando a pesar de que le habían ordenado lo contrario", relata Betti.

Por si fuera poco, el país y la provincia carecen de regulación para el uso de agrotóxicos y mantienen la situación en un libre albedrio en el que los productores del campo piensan en su propia economía en desmedro de las comunidades que pagan el costo con su salud.

"Hay municipios que tienen ordenanzas y otros que no y te fumigan hasta en la puerta de tu casa. Nosotros tenemos una ordenanza muy buena, pero nunca se cumplió", reconoce.

"Para controlar que se cumpla la ordenanza, primero tendría que haber voluntad", sostiene.

"No sé cuál sería la manera más viable de hacerlo, porque está la cuestión de que si uno no ve que estén fumigando, no se fumigó. Pero uno observa los campos y están todos sembrados con soja, trigo, maíz y cultivos que no crecen solos", analiza.

Las alternativas serían que no se siembre ese tipo de productos que requieren pesticidas o implementar cultivos agroecológicos.

"Hay que pensar en una transición, pero para eso necesitamos que el Municipio esté presente. Nosotros tenemos números de teléfono de gente que puede ayudar, pero si ellos no los convocan y los productores no cambian, no hay mucho que podamos hacer nosotros", remarca.

Mientras tanto, los productores tienen un acotado plazo para apelar y llevar la cuestión a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

"Les puede servir para ganar tiempo, pero yo creo que si hay un fallo de la Corte provincial tiene que estar demasiado bien fundamentado su reclamo", considera.

Sin embargo, desde la asamblea Pioneros por el Agua seguirán defendiendo su derecho a vivir en un ambiente libre de sustancias químicas que afecten la salud de las familias del barrio de Campana: "Ojalá que ya no se derrame veneno", concluye Verónica Betti.