17/01/2024
Celeste Belén Moya Ramos vivió en su adolescencia en la base Esperanza por el trabajo de su padre, un suboficial mayor retirado del Ejército, y tras 17 años regresó como odontóloga de la Fuerza Aérea junto a su esposo.
Celeste Belén Moya Ramos vivió en su adolescencia en la base Esperanza por el trabajo de su padre, un suboficial mayor retirado del Ejército, y tras 17 años regresó como odontóloga de la Fuerza Aérea junto a su esposo, Alejandro Cáceres, con la misión de integrar el grupo sanitario del continente blanco durante esta campaña antártica y con el interrogante de si habrá "quedado con el idilio" de cuando pisó esa misma tierra por primera vez.
"Cuando nos fuimos de Esperanza (única base donde invernan familias) mi papá nos dijo que nos despidamos 'porque esto nunca más', así que lo había dado como ciclo cerrado y jamás imaginé volver. Pero cuando se dio la posibilidad, no lo dudé", dijo a Télam Moya Ramos, hoy de 33 años, mientras cebaba mates viendo la proa del ARA Almirante Irízar en el mar Argentino antes de llegar a la base en el marco de la Campaña Antártica de Verano.
La odontóloga que había vivido en la base Esperanza cuando tenía 16 años completó: "Tengo muchos recuerdos de la Antártida, por algo estoy acá de nuevo, fue una experiencia increíble, un antes y un después como familia".