17/12/2025
Especialistas advierten que las fiestas pueden potenciar la ansiedad, la tristeza y la culpa. En diciembre, las consultas en salud mental aumentan cerca de un 20% y recomiendan flexibilizar expectativas y reconocer las emociones propias.
Las celebraciones de fin de año suelen asociarse a reuniones familiares, balances personales y momentos de disfrute. Sin embargo, para muchas personas diciembre también implica emociones intensas, tensiones vinculares y una fuerte presión social por "estar bien", aun cuando el estado emocional real sea otro.
Registros históricos del Servicio de Psiquiatría del Hospital Italiano indican que durante diciembre las consultas en salud mental aumentan cerca de un 20% respecto del promedio anual, un dato que refleja el impacto emocional de este período.
La directora de la Maestría en Vínculos y Familias de la Universidad del Hospital Italiano, Soledad Dawson, explicó al medio Noticias Argentinas que las fiestas activan exigencias elevadas sobre cómo deberían ser los vínculos y las celebraciones.
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"Se instala la idea del deber ser: cómo comportarse, cómo reunirse, qué sentimientos tener. Cuando eso no coincide con lo que realmente sentimos, aparece una brecha entre expectativa y realidad que genera ansiedad, malestar y culpa", señaló.

Especialistas advierten que las fiestas pueden potenciar la ansiedad, la tristeza y la culpa. En diciembre, las consultas en salud mental aumentan cerca de un 20% y recomiendan flexibilizar expectativas y reconocer las emociones propias.
La especialista también advirtió que los cambios en las dinámicas familiares -ausencias, distancias, conflictos o nuevas configuraciones- suelen intensificarse en estas fechas, profundizando sensaciones de tristeza o soledad. A esto se suman presiones económicas y la influencia de modelos culturales ajenos, que elevan aún más las expectativas.
Desde el Hospital Italiano y su Universidad subrayan que, para quienes atraviesan estas fechas con mayor bienestar emocional, existe una responsabilidad adicional: estar atentos al entorno, promover encuentros genuinos y ofrecer gestos de inclusión y apoyo a quienes se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad.
Como guía para afrontar este período, los profesionales destacan algunas pautas clave:
No forzar estados emocionales ni minimizar lo que se siente.
Reconocer emociones propias y ajenas, incluso cuando sean contradictorias.
Permitir la nostalgia y el recuerdo sin culpa.
Identificar cuándo el estrés se vuelve excesivo.
Comunicar necesidades y límites de manera clara.
Evitar la exigencia de "cerrar todo" o cumplir todas las expectativas sociales.
Adaptar las celebraciones a las posibilidades reales de cada familia.
Flexibilizar rituales y tradiciones, entendiendo que los vínculos cambian y, con ellos, las formas de reunirse.
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