18/12/2025
Con 4.249 muertes registradas y 2 muertes cada una hora, el suicidio se convirtió en la principal causa de muerte violenta en el país y supera el promedio mundial, con un impacto creciente entre jóvenes y sectores vulnerables.
La Argentina atraviesa una crisis profunda en materia de salud mental tras alcanzar el nivel más alto de suicidios de su historia reciente. De acuerdo a los últimos datos del Sistema Nacional de Información Criminal (SNIC), dependiente del Ministerio de Seguridad, durante 2024 se contabilizaron 4.249 muertes por esta causa en todo el territorio nacional.
Las cifras reflejan una tasa aproximada de 9 suicidios cada 100 mil habitantes, por encima del promedio mundial, que se ubica en torno a los 8,2 casos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El aumento se sostiene año tras año y golpea con mayor fuerza a la población joven, donde el fenómeno se consolidó como una problemática compleja y multicausal.

Con 4.249 muertes registradas y 2 muertes cada una hora, el suicidio se convirtió en la principal causa de muerte violenta en el país y supera el promedio mundial, con un impacto creciente entre jóvenes y sectores vulnerables.
El impacto del suicidio en la estadística nacional es contundente. Con un promedio de un caso cada dos horas durante 2024, se transformó en la principal causa de muerte violenta en el país, relegando a los siniestros viales al segundo lugar y a los homicidios al tercero. En paralelo, un informe del Ministerio de Salud, elaborado a partir del Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud (SNVS), indica que se registran 22 internaciones diarias de personas que intentaron quitarse la vida. En términos concretos, por cada muerte consumada hay al menos dos intentos previos.
Especialistas y organismos oficiales coinciden en que el fenómeno responde a una combinación de factores estructurales. La inestabilidad económica, la pérdida acelerada del poder adquisitivo y la precarización laboral aparecen como detonantes de angustia y desesperanza, un escenario que se agrava por la falta de inversión sostenida en políticas públicas de salud mental y el acceso desigual a tratamientos profesionales en distintas regiones del país.
A este contexto se suma un componente social y cultural. La exaltación del individualismo, el éxito permanente y una vida idealizada, promovida en gran medida por las redes sociales, impacta de lleno en la estabilidad emocional, especialmente entre jóvenes, y dificulta la construcción de proyectos de vida a largo plazo.
La OMS advierte que el suicidio es prevenible si los factores de riesgo son detectados y abordados de manera temprana.
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