La muralista argentina radicada en México: la historia de Adry Balbo, que irrumpió en la Fórmula 1 con su arte

Adry Balbo, artista, muralista e ilustradora argentina, está radicada en Ciudad de México. Se formó y trabajó como modelo y actriz, mientras estudiaba teatro y asistía a castings. Aún así, incluso se recibió de maestra plástica, aunque por años dejó la pintura para dedicarse a la actuación.

En la actualidad, sus murales, con simbolismo y color, decoran distintos puntos del mundo, como Brasil, Indonesia, Bolivia, España y México.

B1 Magic es el nombre de su obra más reciente, la cual la conectó con el universo de la Fórmula 1. "En los murales tengo que trabajar con mucha rapidez para lograr como un paralelismo con las carreras de Fórmula 1". El título B1 Magic juega con F1, "be one" (ser uno) y la inicial de su apellido.

Su pasión se trasladó a la Fórmula 1.

El punto de inflexión que la llevó a regresar a la pintura fue personal y profundo. Balbo revela que las "grandes pérdidas son las que nos llevan a transformar". Hubo un momento en que la actuación estuvo standby porque le costaba sonreír a cámara, un requisito de su trabajo, debido a un dolor interno que no sabía cómo procesar. Fue en la pintura, y en los murales, donde encontró la forma de sacar ese dolor y compartirlo. Balbo descubrió en la tela un espejo de su alma.

Este proceso de sanación la conectó con la cromoterapia y la liberación emocional. Ella utiliza el color conscientemente para transformar el ánimo y reflejar su estado. Por ejemplo, el azul es comunicación, el verde es el color del corazón y la sanación, y el rosa se usa para anclarse a la energía femenina.

Balbo está radicada en la Ciudad de México.

Balbo tiene 39 años y tuvo que enfrentar situaciones profesionales complejas, como entender su complicidad ante malos manejos y que se estaba cobrando dinero extra en su nombre. La necesidad de frenar esta situación le generó miedo, ante la posibilidad de perder contratos, y de hecho, se quedó muchos meses sin trabajo de murales.

"No me da miedo que te quedes sin plata... me da miedo que te paralizaste", explicó Balbo. Tuvo que perdonarse por estar en una "postura de víctima" por años, reconociendo que "nadie hace nada a nadie, nos hacemos a nosotros mismos". Aprendió a sentirse merecedora, un sentimiento que anteriormente le costaba reconocer.