28/07/2025
La falta de avances en las negociaciones por un tratado global contra el plástico, bloqueadas por la presión de los países productores, genera preocupación entre científicos.
Las negociaciones para alcanzar un tratado global que limite la producción de plásticos enfrentan obstáculos cada vez más marcados, en medio de una crisis ambiental y sanitaria que se agrava año a año. Impulsadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las conversaciones han sido sistemáticamente bloqueadas por un grupo de países productores de petróleo y plásticos, encabezados por Arabia Saudita, que se oponen a incluir restricciones vinculantes sobre la fabricación de estos materiales.
La próxima ronda está prevista para agosto en la
ciudad de Ginebra, tras el estancamiento del último encuentro celebrado en
Busan, Corea del Sur, donde no se lograron avances concretos. A pesar del
consenso científico sobre la necesidad urgente de frenar la producción, los
intereses industriales y geopolíticos siguen condicionando el diseño del
tratado. Las cifras confirman la magnitud del desafío: en 2023, la producción
mundial de plásticos superó los 413 millones de toneladas, de las cuales menos
del 9% provino de material reciclado. De no aplicarse medidas eficaces, se
estima que para 2040 la producción anual podría alcanzar las 712 millones de
toneladas.
Organizaciones científicas y ambientales denuncian
haber sido marginadas de las decisiones estratégicas durante el proceso. En
Busan, se acreditaron más de 220 lobistas corporativos triplicando la presencia
científica, lo que despertó críticas sobre la transparencia y equidad de las
discusiones. La Coalición de Científicos para un Tratado Eficaz sobre Plásticos
(SCEP) manifestó que sus recomendaciones han sido desestimadas en los
borradores preliminares.
El núcleo del conflicto gira en torno al enfoque que
debe adoptar el tratado. Una amplia mayoría de países y expertos exige abordar
el problema desde su origen, con límites directos a la producción. Por el
contrario, las potencias petroleras promueven una visión centrada
exclusivamente en el reciclaje y la gestión de residuos, una estrategia que,
según especialistas, resulta insuficiente.
"La cantidad de plástico que ya producimos es inmanejable. Creer que el reciclaje puede resolverlo es pensamiento mágico", advirtió David Azoulay, abogado del Centro de Derecho Ambiental Internacional. A nivel global, solo el 9% del plástico generado históricamente ha sido reciclado. Incluso en regiones con infraestructuras avanzadas como Europa, el reciclaje de residuos domésticos alcanza apenas el 24,5%, mientras que en muchos países es prácticamente inexistente.
La contaminación por plásticos ya afecta ecosistemas
y organismos a escala planetaria: se han encontrado microplásticos en el fondo
oceánico, en la cima del Everest, en leche materna y en tejidos humanos. En
2023, más de 11 millones de toneladas de plástico ingresaron a ambientes
acuáticos, y las proyecciones indican que esta cifra podría triplicarse en los
próximos 15 años si no se toman decisiones firmes.
El mayor volumen de residuos proviene de productos
de un solo uso y envases, que representan el 66% del plástico fabricado y más
de un tercio del total de la producción mundial. Son precisamente estos
sectores los que registran las tasas de reciclaje más bajas, y los que mayor
presión ejercen para evitar medidas restrictivas.
El desenlace de las negociaciones será determinante
para establecer un marco legal global capaz de frenar la expansión de la
contaminación plástica. Por ahora, el consenso aún parece lejano, mientras la
crisis sigue avanzando.
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