11/07/2025
Las herramientas tecnológicas están evolucionando hacia sistemas que dependen cada vez menos de instrucciones humanas directas. En lugar de responder únicamente a un prompt, avanzan hacia modelos más autónomos, capaces de tomar decisiones, ejecutar tareas repetitivas y adaptarse a diferentes contextos sin intervención constante. Este salto marca una transición hacia una inteligencia artificial más agéntica, orientada a operar de forma proactiva y sostenida.
Un simple pedido de compra puede ilustrar el futuro cercano de la inteligencia artificial: una persona desea adquirir un lavarropas y delega la tarea a su asistente de IA. Esta busca, compara, verifica financiación y disponibilidad, cierra la operación y deja asentado el registro. Todo el proceso ocurre entre sistemas autónomos que interactúan sin intervención humana directa.
Este escenario, cada
vez más tangible, se encuadra dentro de lo que se conoce como inteligencia
artificial agéntica, una evolución significativa respecto a los modelos
tradicionales de IA generativa. Mientras que sistemas como ChatGPT, Gemini o
Claude responden a una instrucción humana puntual, los agentes autónomos pueden
planificar y ejecutar tareas complejas en múltiples pasos, con capacidad de
decisión propia dentro de un marco determinado.
Según Erik Pounds,
director de marketing de productos de NVIDIA, la IA agéntica representa "la
próxima frontera" en el desarrollo de esta tecnología. En lugar de limitarse a
contestar preguntas, los agentes son capaces de buscar información, operar
sistemas, comunicarse entre sí y cumplir objetivos asignados con mínima
supervisión.
María Frances Gaska,
directora de tecnología de Humai, detalló en diálogo con Página/12 cinco
aspectos fundamentales para entender esta transformación tecnológica. El
primero es la diferencia esencial entre modelos de lenguaje e IA agéntica:
mientras los primeros generan contenido en respuesta a una entrada, los agentes
incorporan contexto, herramientas específicas y autonomía operativa. "No es
solo que respondan mejor; es que pueden hacer cosas por su cuenta", explicó.
Hoy en día, esta tecnología ya se encuentra disponible en plataformas como Claude Desktop, donde se pueden configurar agentes personalizados con acceso a bases de datos, hojas de cálculo y otros sistemas. También existen proyectos enfocados en automatizar procesos cotidianos, como compras en línea o la gestión de tareas administrativas. En estos entornos, los agentes operan como asistentes virtuales que no solo entienden lo que se les pide, sino que lo ejecutan.
El desarrollo es tan
vertiginoso que incluso se están implementando protocolos para que distintos
agentes puedan comunicarse entre sí. Google, por ejemplo, presentó
recientemente un estándar que permite la interoperabilidad entre sistemas
autónomos. Esto habilita escenarios en los que varios agentes colaboran, cada
uno con funciones especializadas, para resolver tareas más complejas de forma
coordinada.
De cara al futuro, se
proyecta que para 2028 al menos un tercio del software incluirá agentes
autónomos. Las aplicaciones de tercera generación ya no dependerán de usuarios
que interactúan con botones o formularios, sino de instrucciones expresadas en
lenguaje natural que los sistemas interpretan y ejecutan.
Este avance, sin
embargo, no está exento de desafíos. La autonomía creciente de los agentes
plantea interrogantes éticos y técnicos relevantes. Uno de los debates actuales
gira en torno al "nivel de autonomía" que se les otorga. Aunque aún no logran
operar con total independencia sin errores, el progreso en esa dirección podría
alterar profundamente la estructura del trabajo humano. "Van a poder resolver
muchas de las tareas que hoy hacen las personas, porque tienen herramientas,
tiempo y la capacidad de probar soluciones", advirtió Gaska.
La IA agéntica se
perfila así como una transformación estructural del ecosistema digital, con aplicaciones
potenciales en casi todos los sectores y un impacto aún difícil de dimensionar.
Como toda tecnología de ruptura, avanza entre promesas de eficiencia y alertas
sobre sus implicancias sociales.
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