02/07/2025
Ya se registraron 3.500 casos en 2025, una cifra que evidencia un aumento preocupante respecto a los cinco años anteriores.
Los casos de tuberculosis en Argentina muestran un preocupante repunte durante el primer trimestre de 2025. De acuerdo con los datos del Boletín Epidemiológico Nacional, en las primeras 14 semanas del año se registraron 3.488 nuevos diagnósticos, lo que representa un aumento del 38% respecto del promedio de los últimos cinco años. La cifra no solo enciende alertas en el sistema sanitario, sino que también evidencia las dificultades persistentes en el acceso al diagnóstico y al tratamiento, especialmente en los sectores más vulnerables.
La tuberculosis es una
enfermedad infecciosa causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis. Su
principal vía de transmisión es aérea, lo que la hace especialmente riesgosa en
contextos de hacinamiento o condiciones habitacionales precarias. Aunque suele
afectar principalmente a los pulmones, también puede comprometer otros órganos
como los riñones, el cerebro o la columna. No todas las personas infectadas
desarrollan síntomas: mientras algunas presentan una infección latente, otras
desarrollan la forma activa, que requiere tratamiento inmediato para evitar
complicaciones graves o incluso la muerte.
A pesar de que existe
una vacuna (BCG), administrada al nacer, y tratamientos antibióticos gratuitos
disponibles en el sistema público de salud, la enfermedad continúa siendo una
amenaza latente. En Argentina, se estima que una persona muere por tuberculosis
cada ocho horas. Esta realidad, según especialistas, está vinculada con la
falta de seguimiento, los abandonos del tratamiento, y las desigualdades
estructurales que impiden que los sectores más empobrecidos accedan a atención
médica oportuna.
Uno de los mayores desafíos actuales es el avance de la tuberculosis multirresistente (TB-MDR), una forma de la enfermedad que no responde a los medicamentos más usados, como la rifampicina y la isoniacida. En estos casos, los tratamientos son más prolongados, costosos y con mayores efectos adversos. La adherencia se vuelve más compleja, y las tasas de éxito disminuyen. Esta variante representa una amenaza creciente no solo para Argentina, sino a nivel global.
Otro factor de alta
preocupación es la coinfección con VIH. Las personas que viven con el virus
tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar tuberculosis activa.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2022 más de 160.000
personas con VIH murieron a causa de tuberculosis, un dato que pone de relieve
la necesidad de políticas integradas de prevención y tratamiento.
Los síntomas de
tuberculosis activa pueden variar según el órgano afectado, aunque los más
frecuentes incluyen fiebre, sudores nocturnos, pérdida de peso involuntaria,
tos persistente, debilidad y dolor en el pecho. El diagnóstico puede realizarse
mediante análisis de sangre o de piel, y ante un resultado positivo, se deben
realizar estudios complementarios como radiografías o cultivos de esputo para
confirmar si la enfermedad está activa.
Desde el ámbito
sanitario, los expertos insisten en la necesidad de fortalecer la vigilancia
epidemiológica, garantizar el acceso universal y equitativo a los servicios de
salud, y mejorar las condiciones de vida de los sectores más expuestos. La
tuberculosis es prevenible y curable, pero requiere voluntad política,
inversión sostenida y un abordaje integral que no deje a nadie afuera del
sistema de atención.
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