27/06/2025
El modelo tradicional de familia compuesto por padre, madre e hijos ha dado paso a nuevas configuraciones marcadas por separaciones, divorcios, fallecimientos y diversas circunstancias que transforman su estructura.
Cuando el timbre suena a las cuatro y media, los chicos salen del colegio entre risas, mochilas pesadas y el bullicio propio de una salida escolar. Algunos corren hacia sus madres, otros suben a autos donde los espera el padre con una sonrisa. Pero hay otros muchos más de lo que se suele decir en voz alta que caminan en silencio, sin nadie esperándolos, acostumbrados desde muy temprano a crecer sin esa figura masculina que, aunque ausente, pesa.
Son los hijos del silencio. Niños y niñas que
crecieron con una silla vacía en la mesa, con preguntas sin respuesta, con la
rutina del esfuerzo cotidiano sostenida, casi siempre, por una madre sola. No
se trata solamente de la falta económica aunque a veces duele más que lo emocional
sino de una ausencia más densa, más estructural: la del afecto, el cuidado, el
tiempo compartido, el abrazo que nunca llegó.
Carla tiene 35 años y cría sola a sus dos hijos
desde que el menor tenía apenas meses. "Al principio esperábamos una llamada,
un mensaje. Después ellos se acostumbraron al silencio. Yo no. Nunca se
acostumbra una a ver cómo tus hijos aprenden a no esperar nada", dice. Vive en
la zona sur del conurbano bonaerense y trabaja limpiando casas. "No quiero un
héroe. Pero sí un padre que se haga cargo. Que los mire a los ojos y no les
mienta. Que les diga 'acá estoy', aunque sea tarde", agrega.
La historia de Carla se replica en muchas voces.
Según cifras del INDEC y estimaciones de organismos como UNICEF, cerca del 50%
de los hogares monoparentales en Argentina están a cargo exclusivo de mujeres.
En la mayoría de los casos, los padres no solo no conviven, sino que tampoco
aportan económicamente ni mantienen un vínculo activo. Hay también quienes
desaparecen del todo: no llaman, no preguntan, no existen en los cumpleaños, ni
en los actos escolares ni en las enfermedades. Son nombres sin rostro en el
relato familiar.
En las escuelas, las docentes aprenden a leer esos silencios. Saben cuándo una cartulina no lleva firma del padre, cuándo un niño elige hacer una tarjeta sólo para la madre en el Día de la Familia. Las trabajadoras sociales, por su parte, lo ven en los expedientes, en las audiencias por cuota alimentaria que se suspenden, en los juzgados colapsados por causas de abandono. "Es un fenómeno estructural, no excepcional", resume una jueza de familia con décadas de experiencia. "El discurso de 'los chicos necesitan a su papá' se repite, pero a la hora de ejercer la paternidad, muchos varones se corren. Y eso deja huella".
Crecer sin padre no es sólo crecer sin una figura
física. Es, para muchos chicos, aprender a llenar vacíos con explicaciones que
no siempre alcanzan. Algunos lo transforman en enojo, otros en indiferencia.
Hay quienes buscan en otros adultos lo que no encontraron en casa. Hay quienes
eligen repetir o romper ese modelo.
En el barrio, Sofía, de 17 años, se encarga de
preparar la merienda para sus hermanitos mientras la madre termina de trabajar.
"Mi papá se fue cuando yo tenía cinco. A veces me lo cruzo en la calle. Él me
saluda, como si nada. Yo no digo nada. ¿Para qué?", cuenta. "No lo odio, pero
tampoco lo necesito. Aprendí sola".
No hay respuestas fáciles para una herida que se
hereda en silencio. La falta de reconocimiento paterno emocional, económico, social
sigue siendo una deuda invisibilizada en muchos relatos públicos. Y, aunque se
hable más de paternidades presentes, corresponsabilidad y nuevas
masculinidades, la realidad en muchos hogares es otra: madres desbordadas,
hijos que aprenden a no contar con quien debería estar, y una sociedad que
todavía no exige lo suficiente a esos adultos ausentes.
Al final del día, en una casa cualquiera, una madre
sirve la cena. Del otro lado de la mesa, dos niños hablan de la escuela. El
padre no está. No va a llamar. No va a preguntar si comieron, si hicieron la
tarea, si sueñan con algo. Pero esos chicos igual crecen, igual aprenden, igual
se levantan cada mañana. No por él, sino a pesar de él.
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27 de junio de 2025
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