Reforma en Cultura: nueva etapa impulsada por el Ministerio de Desregulación

Avance sobre el sector cultural: el gobierno disuelve organismos, recorta autonomías y concentra el control en la Secretaría de Cultura

Una nueva embestida del gobierno nacional sacudió al ámbito cultural con la decisión de reorganizar, fusionar y desarticular organismos históricos, artísticos y patrimoniales. La medida, impulsada por el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, apunta a "maximizar la eficiencia" del aparato estatal, eliminando estructuras consideradas "sobredimensionadas".

Bajo la órbita directa de Karina Milei, la Secretaría de Cultura, encabezada por Leonardo Cifelli, asumirá un rol central en la implementación de esta reforma que no solo implica recortes presupuestarios, sino también un rediseño ideológico del modelo cultural estatal.

Museos, institutos y comisiones en la mira

Entre los cambios más significativos se encuentra la pérdida de autonomía del Museo Nacional de Bellas Artes, que pasará a depender directamente de la Subsecretaría de Patrimonio, a cargo de Liliana Barela, y se convertirá en una unidad interna dentro de la estructura de Cultura.

También serán reestructurados:

Palacio Libertad (ex CCK)

Tecnópolis

Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip)

Comisión Nacional de Monumentos, que será reemplazada por un consejo asesor ad honorem

Institutos históricos: fusiones y cambios de enfoque

Cinco institutos nacionales dedicados al estudio de figuras históricas serán integrados en un nuevo ente unificado, el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas:

Instituto Nacional Browniano

Instituto Nacional Belgraniano

Instituto Nacional Newberiano

Instituto Nacional Yrigoyeneano

Instituto Nacional Rosas

Según el gobierno, esta medida busca "jerarquizar" el estudio de los próceres y ampliar el espectro de investigación hacia otras figuras del pasado argentino, con la posibilidad de incluir a expresidentes recientes como Carlos Menem.

Disolución del Instituto Juan D. Perón: un mensaje político

Uno de los anuncios más controvertidos es la disolución del Instituto Nacional Juan Domingo Perón, que dependía del Ministerio de Capital Humano. Aunque no pertenecía formalmente a Cultura, su eliminación es leída como un gesto político contundente en el marco de la autodenominada "batalla cultural" del oficialismo.

El teatro, bajo nueva estructura

El Instituto Nacional del Teatro (INT) perderá su condición de organismo descentralizado y será transformado en una Dirección Nacional bajo control directo de la Secretaría de Cultura. Este cambio implica la eliminación del Consejo Directivo y de las 24 delegaciones provinciales, lo que, según el gobierno, generará un ahorro superior a los 150 millones de pesos anuales.

El nuevo director será Federico Brunetti, mientras que el actual titular del INT, Mariano Stolkiner, pasará a integrar el equipo del secretario Cifelli.

Conabip y Museo Evita: continuidad parcial

En cuanto a la Conabip, el gobierno confirmó que conservará su fondo especial de financiamiento creado por ley, garantizando su continuidad en el corto plazo. Aseguraron también que el principio de federalismo cultural no se verá afectado.

Por otro lado, el Instituto Nacional de Estudios Eva Perón, cuya colección es propiedad de la familia Perón, pasará a tener estructura formal de Museo Nacional, al igual que el Instituto Sanmartiniano, que también será reformulado bajo esta lógica de centralización.

¿Qué pasará con el personal?

Aunque se garantiza la continuidad de las partidas presupuestarias para funciones esenciales, la reestructuración pone en duda la estabilidad de numerosos cargos, especialmente en áreas administrativas. La eliminación de consejos directivos y estructuras intermedias deja a muchos trabajadores bajo la amenaza de despidos o reasignaciones.

Una batalla cultural en marcha

La reforma diseñada por Sturzenegger y ejecutada bajo la supervisión de Karina Milei representa una pieza central en la reconfiguración del aparato cultural estatal. Con un discurso centrado en la eficiencia y la reducción del gasto público, el gobierno avanza también sobre el contenido simbólico de las instituciones, redefiniendo qué y cómo se produce, preserva y difunde la cultura.

Mientras tanto, se multiplican las voces críticas que alertan sobre la pérdida de autonomía institucional, la concentración de poder, y el vaciamiento de espacios dedicados a la construcción de memoria e identidad.