13/05/2025

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El Adiós a Pepe Mujica, el expresidente uruguayo que marcó una era

El líder del Frente Amplio falleció hoy, luego de que su salud se deteriorara como consecuencia de la lucha contra el cáncer.

El expresidente uruguayo José "Pepe" Mujica falleció el martes 13 de mayo a los 89 años, tras atravesar una fase terminal de cáncer de esófago. Según informó su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky, Mujica recibió cuidados paliativos durante sus últimos días para mitigar el dolor. En enero de 2025, el propio Mujica había comunicado públicamente que la enfermedad se había extendido por su cuerpo y que no continuaría con los tratamientos médicos.

Qué hizo Pepe Mujica en su gobierno - Movimiento de Participación Popular

Una señal clara del agravamiento de su salud fue su ausencia en las elecciones departamentales del domingo anterior a su fallecimiento, en las que sí votó su esposa. En los días previos, Topolansky había declarado que Mujica se encontraba "en la meseta", una expresión que revelaba la delicada estabilidad de su estado.

A comienzos de 2025, Mujica se despidió formalmente de la vida pública y pidió que lo dejaran descansar en la intimidad de su chacra. Con la lucidez y franqueza que lo caracterizaban, dijo al semanario Búsqueda: "Lo que pido es que me dejen tranquilo. Que no me pidan más entrevistas ni nada más. Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. El guerrero tiene derecho a su descanso".

Su vida política comenzó mucho antes. En los años 70 fue uno de los principales militantes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), lo que lo llevó a ser preso político entre 1972 y 1985, durante la dictadura cívico-militar. Mujica militaba desde adolescente: "Tenía 14 años cuando empecé en una agrupación anarca", contó en una entrevista con María Esther Gilio incluida en el libro Pepe Mujica, de tupamaro a presidente. Con el tiempo, se vinculó con movimientos de izquierda y abrazó un marxismo difícil de encasillar, forjado a partir de lecturas, dudas y cuestionamientos constantes.

En esa búsqueda se unió a la lucha armada con los Tupamaros, una guerrilla urbana inspirada en la revolución cubana. Fue detenido por primera vez en 1964 tras intentar asaltar una sucursal de Sudamtex. En 1969 pasó a la clandestinidad luego de que la policía encontrara armas en su poder. Participó en acciones como la toma de la ciudad de Pando, donde comandos guerrilleros ocuparon por media hora oficinas estatales, bancos y una central telefónica. El operativo terminó en un enfrentamiento con la policía y la muerte de tres tupamaros, un civil y un agente.

Tras el golpe de Estado de 1973, Mujica fue uno de los nueve militantes considerados "rehenes" por la dictadura, sometidos a aislamiento extremo en cuarteles militares. La experiencia fue retratada en el libro Memorias del calabozo, donde Eleuterio Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof relatan los 11 años, 6 meses y 7 días de cautiverio que compartieron con Mujica y otros compañeros como Raúl Sendic y Jorge Zabalza. "Me bañaba con un vaso de agua y un trapito, como la gente del desierto, en absoluta soledad. Fue duro", recordaba Mujica, quien decía haber aprendido allí a "no dejarse dominar por el odio ni el fanatismo".

Esa visión más templada sobre la dictadura se reflejó en su postura durante su presidencia (2010-2015), especialmente cuando se opuso a anular la Ley de Caducidad. Su postura generó tensiones con organizaciones de derechos humanos, con quienes también polemizó en sus últimos meses de vida, luego de sugerir que hubo testimonios falsos en juicios contra militares.

Hormigas, celulares y libros: una conversación con Pepe Mujica - The New  York Times

No obstante, como presidente, fue quien pidió disculpas en nombre del Estado uruguayo por la desaparición de María Claudia Iruretagoyena, nuera del poeta Juan Gelman, cumpliendo con un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Gelman. El acto tuvo lugar en marzo de 2012 y fue considerado una reparación histórica.

A nivel internacional, Mujica se convirtió en una figura de proyección global. Fue retratado incluso en libros escolares de países asiáticos como símbolo de la defensa del medio ambiente, los valores humanos, la austeridad y la vida sencilla. Su estilo sobrio, su vida en una chacra y sus discursos filosóficos lo convirtieron en un referente ético y político mucho más allá de las fronteras del Uruguay.

En una de sus últimas entrevistas, concedida a The New York Times, fue definido como un "filósofo sin pelos en la lengua". Él mismo expresó entonces: "La vida es hermosa. Con todas sus peripecias, amo la vida. Y la estoy perdiendo, porque estoy en el tiempo de irme". Al ser consultado sobre cómo le gustaría ser recordado, respondió sin rodeos: "Como lo que soy: un viejo loco que tiene la magia de la palabra".

Así será recordado Pepe, como lo llamaban todos en Uruguay: por su sabiduría llana, su palabra firme, su sencillez inquebrantable y su profundo amor por la vida.

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