20/04/2024

Internacionales

Es de San Justo y vende choripanes en una de las playas más paradisíacas del mundo

Se llama Damo Naimad. Tiene 40 años. Es músico y productor musical pero no pudo dedicarse de lleno a su profesión. Desde Tamarindo, Costa Rica, cuenta cómo es su vida a bordo de la "choricleta".

La playa de Tamarindo, en Guanacaste, Costa Rica, es el escenario de esta historia. Damo Naimad, un argentino de San Justo, en La Matanza, es el protagonista. Comenta que nunca pensó que sería conocido como "el argentino de la choricleta". Se trasladó a finales de 2021 con la intención de expandir sus oportunidades como músico y productor musical.

No obstante, las cosas no salieron como esperaba y actualmente vende choripanes en la playa. Este lugar, que antes era un pueblo de pescadores, se ha transformado en la zona más exclusiva de Guanacaste.

Su puesto de venta, de colores negro y amarillo en honor a su equipo favorito, Almirante Brown, se encuentra en la calle Central, paralela al mar. Allí convive con numerosas tiendas, hoteles de lujo y restaurantes, donde muchos turistas amantes del surf acuden en busca de la ola perfecta.

La bicicleta que antes usaba para recorrer los 7 kilómetros entre su casa, situada en la selva del pueblo de Santa Rosa, y la playa Tamarindo, es ahora su herramienta de trabajo.

"Llegué a Costa Rica con mi pareja y los hijos de ella porque su papá vive acá", recordó Damo en una entrevista con Infobae. "Arranqué tocando música electrónica en cócteles, bares y restaurantes", relató. Pero como no ganaba lo suficiente, empezó a producir videos para las redes sociales de esos emprendimientos gastronómicos.

Finalmente Damo se separó. "Practicar surf me salvó la vida, fue como mi terapia. Ahí conocí amigos y empecé a trabajar en una escuela de surf alquilando tablas. Me la pasaba casi todo el tiempo en la playa. Eso fue mi cable a tierra y me sirvió para empezar a conocer cómo era el ambiente de los vendedores ambulantes", señaló.

"Miraba cómo se movían los que venden comidas y bebidas, los que hacen masajes, los que ofrecen tours. Me interioricé sobre el control que ejerce el municipio sobre ellos, que prácticamente es nulo, así que me animé yo también. Solo tenía que buscar qué vender", enfatizó.

"Fue así como se me ocurrió hacer esto, que es totalmente random. Acá, los costarricenses no comen mucho pan. Ellos están acostumbrados a la tortilla de maíz. Comen más sano; mucho arroz, frijoles y aguacate. Pero el choripán gustó enseguida", admitió.

"Y al servir el choripán le pongo una tira de lechuga para darle un toque especial y entregarlo un poco más colorido y elaborado", agregó.

El argentino lleva dos temporadas trabajando en la playa de Tamarindo haciendo algo que jamás se hubiera imaginado, y mucho menos si siguiera viviendo en La Matanza. "Salgo de mi casa todos los días a las 7:30 de la mañana y vuelvo a las 19:30. Pero no es que estoy con la 'choricleta' todo el día. Me tomo unos mates frente al mar, surfeo un rato y también me voy a caminar por la playa", detalló.

En una buena jornada puede llegar a vender hasta 15 choripanes por día y en una mala apenas 7. El valor de cada uno es de 6 dólares aproximadamente.

"Soy el único que vende choripanes y si todo sigue como hasta ahora mi objetivo es crecer y tener más 'choricletas' en otros puntos de la ciudad".

"A Argentina no vuelvo más, solo lo haría en plan de vacaciones o para visitar a mi familia y amigos", concluyó.

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