El vecino Juan Eduardo Oviedo, vecino de Lomas de Zamora, posee un documento invaluable que demuestra una conexión única con uno de los líderes políticos más importantes de la historia argentina: Juan Domingo Perón.

Todo ocurrió en el año 1965, cuando su padre, Eduardo, un ferviente militante y docente originario de Córdoba, vino a Buenos Aires y empezó a militar para la Juventud Peronista en Lomas de Zamora. En ese entonces, buscaba un padrino para su primer hijo varón. Conocía al senador Illescas, quien tenía acceso a Juan Domingo Perón, entonces exiliado en España, y le pidió que le enviara una carta al ex presidente, solicitándole ser padrino de su bebé.

Delfina Oviedo, hija de Juan, relató cómo su abuelo logró enviar una carta a Perón: "Mi abuelo siempre estuvo muy convencido de que iba a ser el padrino de su hijo, mientras que mi abuela no lo creía. Pero cuando llegó la carta, se pusieron ambos muy contentos", dijo Delfina, en charla con El Bonaerense.

Su padre nació el 23 de mayo de 1965 mientras que Perón estaba exiliado en España. El 24 de junio de ese año, Perón aceptó la petición y escribió una carta formal confirmando su compromiso como padrino.

"No asistió al bautismo y no lo conoció nunca, pero le envió un regalo, que mi padre no se acuerda si era una cadenita o una pulsera de oro pero algo le envió", afirma su hija.

"Para nosotros, crecer sabiendo que un ex presidente había sido padrino de mi padre era algo muy natural, ya que Perón estaba muy presente en nuestra familia, sobre todo cuando vivía mi abuelo. Fue un militante muy fiel que nos transmitió esos valores como herencia", agregó Delfina.

La carta que escribió Perón

El bautismo tuvo lugar en la Catedral Nuestra Señora de la Paz de Lomas, un evento donde, según relatos familiares, todos entonaban la Marcha Peronista.

Aunque Juan Eduardo Oviedo nunca conoció personalmente a Perón, la carta que el ex presidente le envió se convirtió en un tesoro invaluable para la familia. "Mi abuelo la guardaba como su posesión más preciada, y ahora que falleció a los 97 años, mi padre la conserva", dijo Delfina.

Esta historia única sigue sorprendiendo a quienes la escuchan. "Cada vez que lo cuento a algún conocido no lo pueden creer hasta que les muestro la carta", confiesa Delfina.