Nina González es una pastelera oriunda de Banfield, quien ha cautivado paladares y a las redes sociales con sus asombrosas creaciones en forma de tortas 3D. En una entrevista exclusiva, compartió con El Bonaerense la historia de cómo creo la torta de la copa del mundo que se volvió viral.

"La pastelería me apasiona desde hace más de una década. Lo hacía como un pasatiempo mientras trabajaba en una fábrica, pero todo cambió cuando quedé embarazada y decidí convertir mi pasión en mi profesión", cuenta Nina.

Sus tortas 3D son verdaderas obras de arte comestibles. Han ganado fama por su originalidad y detalle meticuloso. "Cada proyecto es único. Hice desde la icónica Copa del Mundo que se volvió viral hasta los encargos más peculiares, como una réplica comestible de un automóvil Renault Clio 2".

El proceso de creación de estas impresionantes tortas es todo un desafío. "Siempre necesito una impresión, en el caso de la Copa fue con una réplica física. Elaborar cada detalle es un proceso de prueba y error, pero también es lo que más disfruto", explica.

"Un amigo cumplía años y justo se compro la replica y me dijo que le haga una torta de la copa del mundo, se la hice y como se viralizó fue increíble, a mi misma me sorprende como quedo y decir 'wow ¿como hice eso?'", relata la pastelera.

Nina destaca que el desafío es que sean 100% comestibles. "Al ser 3d uno tiene que idear como hacerlas, que va a usar como ingrediente comestible y ahí esta el desafío y lo mas divertido para mi"

"Lo mas extraño que me pidieron fue un auto, un clio 2 que la señora tenia ese auto, le gustaba y el marido le quiso hacer una torta de su auto", recuerda.

Según la pastelera, todas tienen cierto grado de complejidad. Una que destacó por su complejidad estructural fue una torta inspirada en Alicia en el País de las Maravillas. "Era un gato con sombreros que se sostenía sobre su cola. Fue un desafío lograr la estabilidad de esa estructura, pero el resultado valió la pena", describe la pastelera.

Los tiempos de elaboración varían según la complejidad del proyecto. "Algunos pueden llevarme uno o dos días, mientras que otros pueden extenderse hasta tres", revela Nina. "Depende de cómo deba preparar el bizcochuelo, los rellenos y los tiempos de enfriado y secado".

Con cada torta, Nina despierta la admiración de sus clientes y la curiosidad de quienes siguen su trabajo en las redes sociales. "Es increíble ver cómo una pasión puede convertirse en algo tan gratificante. Para mí, cada torta es una nueva oportunidad de sorprenderme y asombrar a los demás con lo que puedo lograr", concluye.