En el día de la enfermera, El Bonaerense conversó con dos especialistas de zona oeste donde nos comentaron experiencias y detalles de la profesión. 

El 12 de mayo es el Día de la Enfermera y se celebra por el aniversario del nacimiento de Florence Nightingale, considerada la madre de la profesión y quien dedicó su vida a asistir a  enfermos, creando prácticas y técnicas que se utilizan en la actualidad.

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En esta línea, Graciela Corzo, (65) enfermera universitaria y oriunda de General Rodríguez, más precisamente del barrio Los Naranjos, trabaja en el servicio de traumatología y en diálogo con este medio, comentó que se dedicó a la salud porque se considera muy curiosa “siempre me gustó, la adrenalina y ver cómo la gente herida se curaba, pero tomé la decisión de estudiar a los 20 años”.

Al respecto, mencionó que siempre está pendiente de sus pacientes, monitoreandolos y acompañando “me gusta dejarlos conformes para que ellos, a su vez, me cuenten sus dolencias y cómo se sienten. necesitan una parte psicológica también” sostiene Corzo.

En sus 24 años como enfermera, destacó un momento clave en su carrera profesional, la situación epistemológica que padece la Argentina desde el 2020. “Cuando recién comenzó la pandemia mi jefa me dijo que tenía que mandarme al área de Covid, en ese momento no supe que hacer porque hay un bebé en casa y mi marido tuvo problemas cardíacos”.

Y continuó: “además era todo nuevo, nadie te sabía explicar nada pero me arriesgué y dije sí. Lo tengo que hacer porque para eso estudié”. 

Por otro lado, Sandra Mabel Portillo (42) es una enfermera de Francisco Álvarez, quien trabaja en pediatría en el Hospital de Vicente Lopez y Planes de General Rodríguez. La entrevistada contó que su vocación comenzó desde niña, “tuve una vida dura, me quedé sin madre de chica. Tenía tres hermanos y siempre me gustaron los nenes”.

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La trabajadora de salud confesó que primero quería ser maestra jardinera pero todo cambió cuando fue al hospital con su hijo y vio como una enfermera estaba inyectando a un nene  mientras lo consolaba, y en ese momento, pensó: “esto es lo mio”.

Ante el episodio, averiguó la carrera y cursó los tres años de la carrera en el Hospital a través del programa Eva Perón de la localidad mencionada.

“Estuve en terapia pediátrica desde que empecé, hace 12 años. Y en la pandemia fuimos los primeros en recibir un paciente de covid pediátrico”, contó Sandra, y siguió: “nos habían dado clases pero en ese momento faltaban insumos, trabaje un tiempo y después como tengo asma no pude trabajar y arranqué después cuando ya me puede vacunar con las dos dosis”.

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En esta línea, Portillo contó que cuando recibieron al pequeño paciente sintieron temor ya que se hablaba mucho sobre la enfermedad pero el hospital carecía de los insumos correspondientes. “Fue chocante porque todos teníamos miedo, era todo nuevo, muy reciente. Estábamos todos asustados pero le pusimos el pecho a las balas y gracias a Dios nadie se infecto”.

Enfermeras por vocación 

Las enfermeras, siempre dispuestas a dar una mano al vecino sin importar día, hora ni condición.  Las citadas, aman su trabajo y esperan que las nuevas generaciones puedan aplicar los conocimientos acompañados de contención y protección para las personas que lo necesiten. 

“Veo muchas chicas jóvenes que han comenzado. Les aconsejaría no ponerse a llorar delante del paciente, sino ponerse del lado de ellos porque quizá el día de mañana estén en ese lugar”, mencionó Graciela. mientras que Sandra dijo que “estudien porque realmente les gusta no porque sea una salida laboral rápida, porque uno tiene que ser consciente que va a trabajar con seres humanos”.

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Sandra resaltó que “hay que estar mentablemente estable. Más de una vez te caes cuando ves cosas que pensas que no las vas a soportar. Respecto a los ancianos se ve mucho abandono... hay jóvenes que se quieren suicidar entonces lo ideal sería que si estudian, sea porque realmente les gusta, para estar con ese paciente, protegerlo y cuidar en ese periodo de enfermedad que está pasando”.