02/04/2022

Luis Escobedo: del verde césped de Los Andes a 70 días en Malvinas


Jugó un partido de Reserva el sábado y al jueves siguiente estaba en las Islas para combatir. "Gracias al fútbol, no digo que lo haya olvidado todo, pero lo llevo diferente", confiesa Escobedo a El Bonaerense. A la vuelta de la guerra pudo retomar su carrera y fue un futbolista con destacada trayectoria en el país.





Nació en Santiago del Estero, desde los cinco años se radicó en Lomas de Zamora y fue un notable jugador de fútbol profesional. A pesar de haberse guardado internamente muchos años su historia en las Islas Malvinas, Luis Escobeo entendió que su figura pública debía ser utilizada para reivindicar día tras día a sus compañeros caídos en la guerra por la soberanía. “Los verdaderos héroes son los 632 muchachos que quedaron en las islas", aseguró.





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Se cumplen 40 años del conflicto bélico iniciado por el gobierno militar de Leopoldo Fortunato Galtieri. La mirada en retrospectiva hace profundizar el análisis de lo sucedido. Luego de estar atravesados por una pandemia, la sociedad puede tomar una postura más comprensiva. Además, se da en el contexto de la notable viralización de documentos fílmicos en la guerra de Rusia y Ucrania.





Sin embargo, esa puede ser una óptica de alguien ajeno. De quien no sabe lo que es sobrevivir e una trinchera. Soportando temperaturas bajo cero, nieve y con escasa comida. Podría ser una perspectiva de aquel que no vio morir a sus compañeros o, también, del que no recibió la espalda institucional al retornar de un evento tan traumático para la vida de cualquier persona.





Luis Escobedo, su lucha a 40 años de la guerra





"Hoy ¿Quién recuerda Malvinas? Si no son los periodistas, la clase política lo ignora totalmente”, relata Luis para introducirnos a su reflexión sobre la cantidad de eventos realizados esta semana. Con una marcada diferenciación por quien se haga llamar político en Argentina, esboza un profundo rechazo al olvido frecuente de la dirigencia para con los veteranos en 364 días de los 365 que tiene el año.





Luis Escobedo, un ícono entre las historias de futbolistas que debieron ir a pelear a Malvinas.





“Mis acciones van con sentido de recordar la gesta. Porque hoy en la actualidad hay una guerra en Europa. En los canales pasan a cada rato que hay muerte y sufren. Nosotros la pasamos igual o peor en Malvinas", comienza a narrar para recordar las esquirlas que tiene su cuerpo. "Con frío, en pozos, sin ropa y contra una potencia mundial. Nos bombardeaban 3 o 4 veces por día. No teníamos las posibilidades que se pueden tener en una ciudad. Nosotros estábamos a la intemperie y éramos pibes de 18 y 19 años. Eso no se valora. No digo la sociedad, sino la clase política. Durante estos 40 años nos han dado la espalda. Quizás generan algo por la dictadura o los militares y nosotros fuimos a defender al país sin banderas políticas".





En su voz queda de manifiesto la distancia entre los veteranos y los dirigentes políticos, desde un tópico central: además tuvieron que luchar por leyes para el reconocimiento de sus derechos como ex combatientes. “La clase política hoy goza de los privilegios de la democracia. La democracia volvió, desgraciadamente, por la pérdida de muchos pibes en Malvinas y eso no lo consideran", afirmó.





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Entendiendo su rol para la reivindicación de los veteranos, aprovecha cada llamado del 2 de abril para dejar sentada su visión de la historia. "Quedaron muchos chicos, sus familias, esposas, madres, padres y cuando volvimos nos dieron totalmente la espalda. Durante 10 años, hasta que los veteranos de guerra que buscar la forma de reivindicar sus derechos, recién ahí pudimos tener algo. Una obra social. Hasta el día de hoy no hubo nunca una revisión médica para ver cómo llegamos desde las islas", comenta mientras se preocupa por la salud de sus compañeros.





Hace 20 años trabaja para IOMA en un programa de veteranos de guerra. Si bien su rol está centrado en Buenos Aires, conoce la realidad de ex combatientes en todo el país. “La pos guerra fue muy dura. Acá no había leyes para ex combatientes. Muchos pibes se suicidaron. Después de 10 años recibimos una pensión mínima y obra social. Es convivir continuamente con conflictos. Hay muchos problemas de salud. Se van generando por lo que padecimos y no se hacen cargo”.





Su vida antes y después de la guerra





Ingeniero Budge lo acogió como su casa desde pequeño. Siendo argentino, su mayor pasión siempre fue el fútbol y su talento lo acompañó para conquistar grande sueños. A los 17 años ya entrenaba con la primera de Los Andes, pero cumplió la mayoría de edad y debió hacer el servicio militar. Durante un año se abocó a cumplirlo y se apartó del deporte. No obstante, lo completó y soñó con recobrar su vida normal.





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"Me dieron de baja en marzo de 1982 y me reincorporé al plantel. Estaba para jugar y ocurrió lo de Malvinas. Un sábado de abril jugamos San Lorenzo vs Los Andes en cancha de Independiente, esa noche fui a reserva. Al otro día leí en el diario que mi compañía estaba acuartelada. El lunes me presenté, me dieron el armamento y al otro día viajamos a Rio Gallegos. El jueves a la noche ya estábamos en Malvinas”, contó.









Sin embargo, la guerra deja sus imborrables marcas físicas, psicológicas y sociales para todos los ex combatientes. "El sueño nuestro era jugar algún deporte, ir a la escuela o a bailar Después de la guerra, lo único que quería era trabajar y darle un bienestar a mi familia. Dejé de lado el fútbol", comentó al reconocer que lo buscaban conocidos del club para llevarlo y él evitaba ir.





Algunos sabios, o no, de las relaciones establecieron dos dichos bien marcados. Uno habla de darle tiempo al tiempo y el otro que el primer amor siempre llamará más. "Mi viejo me insistió tanto para ir a ver un partido. San Lorenzo frente a Banfield en cancha de Vélez. Me contagió ver la gente. Después de ahí empecé a entrenar y a los 15 días estaba jugando otra vez en primera", relatada demostrando su increíble capacidad futbolística.





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Desde allí, su historia es conocida: Los Andes, Belgrano de Córdoba, Colón de Santa Fe, Santiago Wanderers de Chile, Vélez Sarsfield, Temperley y Dock Sud fueron las camisetas que supo vestir. En la actualidad sigue ligado y juega partidos para el seniors de Independiente, Los Andes, All Boys y, a veces, la Selección Argentina.









"Yo gracias al fútbol, no digo que lo haya olvidado todo, pero lo llevo diferente", asume al hablar de la guerra. Aunque también reconoció: "Durante muchos años no hablé de Malvinas. Hay compañeros que se enteraron después de muchísimo tiempo que yo era ex combatiente. Me guardé. Después tomé la decisión de decir si yo no cuento, ¿Quién lo va a contar? Era una persona pública. Hasta hoy sigue pasando que me llaman y tengo que reivindicar nuestros derechos”.





Su estadía en Malvinas





De golpe se encontró con una realidad bien diferente. Lejos de la pelota, con armas de por medio y en un hostil con fríos jamás vividos. Sin embargo, se instaló en Puerto Argentino y comenzó a desempeñarse en la compañía de comunicación 10. Su tarea era el cableado. Debía recorrer kilómetros con los rollos para hacer funcionar los teléfonos y, así, permitir que la información circule entre los soldados argentinos. Debía cruzar aguas, bombardeos, zonas rocosas y un sin fin de situaciones que nunca hubiera imaginado.





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"Uno entendió entendió lo que verdaderamente pasaba cuando llegaron los ingleses a las islas”, comenzó su relato del proceso de adaptación para sobrevivir más de setenta días en combate. A pesar comprender el contexto, hubo un punto de inflexión notable para realmente saber que era una guerra. "Lo que pasó con el General Belgrano (crucero) fue un click para todos".





"El 1 de mayo atacan Puerto Argentino a las 5 de la mañana. Nosotros estábamos en un local durmiendo más de 150 soldados. De golpe empiezan los bombardeos, las antiaéreas. Nunca habíamos imaginado nada como eso. El miedo fue terrible. Nadie sabía para donde correr. Era la primera vez que sentíamos algo así", comienza su relato.





La angustia fue cesando y de a poco los combatientes tomaron lugar en las trincheras para comenzar a defenderse. No obstante, aún no habían vivido lo peor. "Al otro día, el 2 de mayo, cuando hunden el General Belgrano cambió nuestra mentalidad y nuestra personalidad. La gran mayoría tomamos conciencia de que ya no íbamos a ser más pibes. Eso iba en serio".









Seguramente, quien ha padecido más de setenta días sin saber si iba a volver a ver a su familia y viviendo entre bombas, poco ha de haber borrado las vivencias de su memoria. No obstante, Luis reconoce que se presenta una gran dificultad a la hora de hacer entender a la gente cómo es estar en una guerra. Estar en pozos, sin poder hacer circular camiones con comida por la superficie del piso, son situaciones que surgen de su descripición.





"Yo me bañé una sola vez con agua caliente de lo más de setenta días. Nos poníamos toda la ropa encima por el frío que hacía. Además, como llovizna siempre la ropa se mojaba y se secaba en el cuerpo. Cuando empezaron los bombardeos la comida se hizo escasa. Yo estaba en la entrada de la ciudad. Los pibes de primera línea no les llegaba casi nada. Era difícil estar sobreviviendo en esas condiciones”.





La última noche





Quien hubiera imaginado que atravesar el final de una guerra puede producir cierta ambivalencia en las emociones de los combatientes. Sin embargo, Luis describe así a los pensamientos que le atravesaron por el cuerpo al conocer la rendición del ejercito argentino. "La última noche de combate fue cerca de donde estábamos. Se escuchaban los gritos, las bengalas. Nosotros estábamos en la entrada de la ciudad ya estaban ocupando las elevaciones de Puerto Argentino. Con una locura, junto a tres compañeros quisimos ir para allá. Un sargento nos agarró y nos dijo que ya estaban los ingleses", comienza el relato del final de la guerra.





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"Era una locura se estaban muriendo muchos compañeros. En el amanecer venían todos heridos y empezaba a nevar. Cuando nuestra compañía estaba haciendo las barricadas para esperar la entrada de los ingleses llegó la orden de rendición. Fue una sensación de bronca y alivio. Al estar compenetrado ahí uno decía que vengan. Pero a la vez era inhumano lo que estábamos viviendo. Falta de comida, frío, bombardeos”, completó.





Esa sensación se incrementó cuando terminaron conociendo la verdadera realidad que estuvo detrás de la guerra de Malvinas. "Cuando nos enteramos que habían mandado muchas cosas daba bronca. Hubo mucha ayuda el pueblo argentino y no llegó. Padecimos bastante. Molesta tener que contar esto porque ya se debería saber. Por eso digo que la clase política debería ser la encargada de hacer saber lo que sucedió en Malvinas”.





Volver a las islas





Los años y la diplomacia hicieron que los veteranos puedan retornar a las Malvinas para reencontrarse con sus compañeros caídos en la guerra. En el caso de Luis, realizó tres viajes en los cuales pudo procesar las emociones y, según relata, pudo cerrar esa parte conflictiva desde lo emocional. Eso sí, cada viaje es un símbolo de hermandad eterna entre los combatientes que se sella en el Cementerio de Darwin donde con mayor fervor vibra el reclamo argentino de la soberanía de las islas.





“En 2012 volví. Fue muy duro. Tenía una imagen de Malvinas. Cuando volví me cambió totalmente. Lo que pensaba lejano y distante estaba todo ahí. Sabía lo que pasó en cada lugar. Me generó mucha angustia. Entendí lo que pasó a mi alrededor y en la guerra no me había dado cuenta" comentó. Su segunda incursión pos conflicto bélico fue en 2015 y lo llevó con mayor tranquilidad.





Luis en el Cementerio Darwin.




"En 2019 fui a cerrar mi historia allá y tuve el inconveniente de ser arrestado dos días. Los kelpers nos odian. Tomaron de mala manera que yo honre en el Cementerio de Darwin a mis compañeros”, relató aunque reconociendo que la solución del conflicto lo llevó a enaltecer la memoria de los caídos.





Los ex combatientes tiene una rutina ya establecida y está muy vinculada al estilo futbolero de nuestro pías. “Cuando llegamos al cementerio argentino, que está en el medio de la nada, cantamos el himno, gritamos viva la patria y cada uno desplega la bandera de su club", narró. Sin embargo, en su último viaje había un periodista austriaco en el lugar y estaba acompañado por un kelper.





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"Nos preguntaron porqué hacíamos eso. Al otro día en el hotel nos irrumpieron militares ingleses. Nos trataron como si fuéramos delincuentes. Nos bajaron a la sala y nos dijeron que estábamos denunciados por gritos hostiles" . Todo desencadenó en una detención en el lugar y, uno a uno, debieron declarar ante los soldados.





"Todos volvían diciendo: ‘buscan a uno que se llama Luis’. Me tocó ir último. Fue difícil porque tenías que poner huellas, fotos, te leían los derechos. Era como ser un delincuente. Cuando empezó la conversación me preguntaron por qué los gritos y le conté", inicia recordando lo sucedido.





"Me mostraron una foto mía en la que estaba desplegando mi bandera de “territorio argentino”. Simplemente les di vuelta las manos y les dije: Miren mi cara. No estoy riéndome. Estoy llorando porque ahí están mis compañeros enterrados ahí. Lo único que hacía era honrarlos", afirmó con un traductor chileno de por medio para lograr hacerlo entender que no era un agravio.





El pasaporte "Diego Armando Maradona"





Como fue noticia en el conflicto entre Rusia y Ucrania, cuando un grupo de periodistas argentinos y chilenos fueron detenidos por los militares locales, un tatuaje de Diego Maradona bastó para recobrar la libertad. En el caso de Luis el conflicto se había solucionado, pero la magia del diez apareció para tranquilizar las aguas.





"Después se hizo amena la conversación y les conté que era futbolista. Ellos nos habían sacado los celulares y no podía mostrarle las fotos. Al otro día les mostré la foto de Diego y ellos se sorprendieron. Se quisieron quedar con mi bandera y les dije que no volvía sin mi bandera. Me la dieron. La foto con el Diego es un pasaporte”.









Cuarenta años después





Crítico porque, por ejemplo, en plena guerra se disputó el torneo local y un Mundial, entiende que no hay evidencias fílmicas nacionales de lo que padecieron. No vivió el gol de Maradona como una revancha, pero entiende a quienes lo sienten así. La lucha de Luis continúa siendo la de horrar. “Los verdaderos héroes son los 632 muchachos que quedaron en las islas. Mis más sinceros respetos hacia sus familias y todos los veteranos. Nosotros tuvimos la posibilidad de luchas por la soberanía. Hoy sigue a nivel diplomático y lo reivindicamos todos los días".





Sin embargo, como todos buscan darle un sentido especial al 40 aniversario, el se encarga de remarcar la lucha de todos los años. Su eje vertical va detrás de que los chicos y las nuevas generaciones comprendan la historia de los combatientes de Malvinas.

“Son muchas las historias de algo que pasó. No le interesa a la clase política. No arman un proyecto educativo para saber qué pasó en Malvinas. Como pibes de 18 y 19 años defendieron a un país. Esa es la bronca después de 40 años. Seguimos nosotros reivindicando nuestros derechos como siempre. Nos admiramos por San Martín y Belgrano. Hubo muchísimos héroes que estuvieron en la guerra y lo tiene que saber. No esperen a que no estemos más. Lo tiene que conocer desde nuestras bocas”, concretó Luis.


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